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Los Dones del Espíritu

Los Dones del Espiritu

por  W. T. Purkiser

Casa Nazarena de Publicaciones
P. O. Box 527  Kansas City, Missouri, 64141   E. U. A.

Esta obra apareció en inglés con el título de The Gifts of the Spirit. Fue traducida al castellano por Loida B. de Dunn, bajo los auspicios de la Junta Internacional de Publicaciones.

Impreso en E. U. A. — Printed in U. S. A.
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Índice

Prólogo

1.           El Dador Mismo como Don

2.           ¿Qué Son los Dones Espirituales

3.           La Lista en Romanos

4.           La Lista en 1 Corintios

5.           Los Dones de Lenguaje

6.           Los Dones y el Fruto

Notas Bibliográficas

Prólogo

Esta pequeña obra es una ampliación de un capítulo del libro del mismo autor titulado God’s Spirit in Today’s World. Se ofrece en esta forma debido al interés general que notamos en un estudio a fondo acerca de los dones del Espí­ritu con respecto a la vida y al servicio del cristiano.

Si le damos gran atención a los dones, sería un error grave considerarlos sin tomar en cuenta su relación con el fruto del Espíritu. Abordaremos este tema en el capítulo final. Ningún cristiano está obligado a escoger, pues el Es­píritu Santo da los dones al igual que las gracias. Mas si el cristiano que no emplea sus dones es casi enteramente inútil, sería una contradicción el ser cristiano y carecer del fruto del Espíritu. “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labra­dor. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:1-2).

Siempre que se estudian los dones se corre el peligro de olvidar al Dador de los dones. Cuando busquemos a Dios por El mismo, y no tan sólo por sus dones, será más posible que obtengamos ambos. Si buscamos solamente sus dones es probable que no encontremos ni al Dador ni sus dones. Lo dijo muy bien Tomás de Kempis: “El amante sabio no estima tanto la dádiva de su amante como estima el amor del aman­te. Estima más el amor que la dádiva.”

Por esta razón estudiaremos primero “El Dador Mismo como el Don.” En la presencia y la plenitud del Santo Es­píritu se encuentra aquel requisito para la vida y el servicio que El tiene para cada uno de nosotros.

—W. T. PURKISER