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Conozca Los Profetas Menores, Caps. 4-6

NAHUM y HABACUC

A.           Nahum-Maldición de Dios Sobre la Crueldad

Nombre: "Consolador."

Hogar: Elkosh, posiblemente como a treinta kilómetros al suroeste de Jerusalén.

Fecha: Entre los años 663 y 612 A.C.

Lugar de su ministerio: Judá.

División del Libro:

I.            Declaración Sobre el Asolamien­to de Nínive (capítulo 1).

II.           Descripción de la Ruina de Ní­nive (capítulo 2).

III.          Defensa de la Destrucción de Ní­nive (capítulo 3).

Versículos sobresalientes para memorizar: 1:3; 1:7.

¡Oyese estruendo de látigos,

Y estruendo de ruedas impetuosas,

Y de caballos que corren,

Y de carros que vuelan,

Y de caballería que carga!

¡Se ve también el brillo de la espada,

Y el relampagueo de la lanza!

Y hay una multitud de muertos;

Montones de cadáveres;

Y no hay fin de los cuerpos muertos:

Tropiezan las gentes contra los cuerpos muertos.

                                                                           (3:2-3, V.M.)

¡Un momento! ¿Qué pasa aquí ¿Qué pasa ¡Hom­bre, Nínive está siendo destruida! ¿Nínive ¡No!

¡Sí, Nínive! Nínive la grande. Nínive la inconquis­table. Nínive la poderosa. El monstruo cruel lucha deses­peradamente en las garras de la muerte, derrotado, ven­cido, acabado... muerto.

¿Cómo ¿Por qué "Heme aquí contra ti, dice Je­hová de los ejércitos" (2:13; 3:5). Esa es la respuesta. El Señor de los ejércitos está atacándola. Su destrucción se decretó.

Pero, ¿por qué "Porque fuiste vil" (1:4). Las atro­cidades inhumanas, las crueldades indescriptibles de la antigua Nínive, le hicieron sumamente vil a los ojos de Dios. "Ay de la ciudad de sangres, toda llena de mentira y de rapiña" (3:1). Una ciudad así debería ser destruida.

1.            LA CRUELDAD DE NINIVE

Más de un siglo había transcurrido desde la profecía de Jonás. Nínive había caído de nuevo en su carrera de conquistas crueles. El reino de Israel, donde Jonás vi­vió, había sido pisoteado por las plantas del opresor. En el año del 732 A.C., el territorio nativo del profeta, Ga­lilea, fue capturado. Con la caída de Samaria, la capital, en 721, el reino de Israel desapareció.

Pero las conquistas sangrientas siguieron. Senaque­rib invadió el reino de Judá en el 701. Su sucesor, Esar­haddon, conquistó Egipto extendiendo así las fronteras del imperio asirio hasta los límites del Asia.

El siguiente rey, Ashurbanipal, reinó sobre Asiria cuando ésta se hallaba en el cenit de su gloria. Este rey era una mezcla extraña. Por un lado, probablemente haya sido el patrocinador más grande de la literatura en tiem­pos antiguos. Por dondequiera que iba coleccionaba ma­nuscritos antiguos. El descubrimiento de su biblioteca real en Nínive, conteniendo miles de tablas de barro, ha sido uno de los descubrimientos principales de los tiem­pos modernos.

Pero la cultura de Ashurbanipal quedaba opacada por su crueldad. Se jactaba de despedazar a los reyes; obligó a tres reyes cautivos a tirar de su carro real por las calles. Obligó a un príncipe a llevar colgado de su cuello la cabeza sanguinolenta de su rey, y celebró un gran banquete teniendo la cabeza de un monarca cal­deo colgando sobre sí. Los asirios eran famosos por su crueldad desenfrenada, pero parece que Ashurbanipal los superó a todos.

Desde este punto de vista hemos de considerar las profecías de Nahum. El motivo del libro lo proveyó la crueldad extremada de Asiria.

2.            LA FECHA DEL LIBRO

Es probable que Nahum haya profetizado precisa­mente durante el reinado de Ashurbanipal. Sabemos que su profecía se pronunció después del 663 A.C., porque fue en ese año cuando Ashurbanipal conquistó a Tebas en el Egipto superior. El profeta advierte a Nínive: "¿Eres tú mejor que No-amón (Tebas) que estaba asentada en­tre ríos... También ella fue llevada en cautiverio" (3: 8-10). La capital asiria correría la misma suerte que la capital egipcia.

Por otra parte, la última fecha posible para Nahum sería el año 612 A.C., cuando Nínive fue tomada por los ejércitos combinados de los medos, los babilonios y los scythas. Los ninivitas declararon un ayuno de cien días en un esfuerzo por aplacar a sus dioses (véase Jonás 3: 15). Pero esto no explicaba sus crueldades diabólicas.

Algunos eruditos colocan el libro de Nahum poco después de la caída de Tebas en el 663 A.C. Pero los es­tudios modernos parecen indicar que se escribió en el período inmediatamente anterior a la caída de Nínive. Después de la muerte de Ashurbanipal en el 626 A.C., el imperio asirio declinó rápidamente. Perdió todos sus te­rritorios extranjeros y pronto la ciudad misma cayó.

3.            UNA DESCRIPCION DE LA CIUDAD

George Adam Smith nos ha dado una descripción bastante extensa de Nínive y sus alrededores. La ciudad tenía la forma de un eje, de donde salían los caminos en todas direcciones. A lo largo de estos caminos se encon­traban numerosos fuertes, torres y guarniciones. El pro­feta anunció la caída inminente de estas avanzadas de defensa. Declaró: "Todas tus fortalezas cual higueras con breva; que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer" (3:12). Todo el que haya sacudido un árbol cargado de fruta madura, puede apreciar la vi­videz de la expresión.

La ciudad estaba protegida con una elevada mu­ralla que medía más de once kilómetros de largo, y era tan ancha que permitía que tres carros anduvieran am­pliamente por su terraza. A cierta distancia de la mu­ralla se encontraba un foso de como cincuenta metros de ancho. La tradición dice que tenía veinte metros de profundidad. El agua para el foso venía de un canal y del río Khusur, un tributario del Tigris. Todavía pue­de apreciarse la solidez de las murallas por sus ruinas, que se levantan aún hasta casi veinte metros sobre el nivel del terreno natural, notándose aquí y allá las rui­nas más elevadas aún de los torreones. En su día, Ní­nive fue la fortaleza más importante de Asia Occidental.

Pero todos estos fuertes formidables son como na­da. "He aquí, tu pueblo será como mujeres en medio de ti: las puertas de tu tierra se abrirán de par en par a tus enemigos: fuego consumirá tus barras" (3:13).

Y así, a la ciudad llegó el aviso de que se preparara para el sitio. El orgulloso sitiador de una gran ciudad tras de otra, debería probar ahora de su propio brebaje amar­go. "Provéete de agua para el cerco, fortifica tus for­talezas; entra en el lodo, pisa el barro, fortifica el hor­no" (3:14). En otras palabras, prepárate para lo peor.

4.            LA CAPTURA DE NINIVE

Dos de los versículos más vívidos en todo el libro describen el primer ataque furioso a los suburbios de la ciudad:

Los carros se precipitarán a las plazas, discurrirán por las calles: su aspecto como hachas encendidas; co­rrerán como relámpagos (2:4).

Sonido de látigo, y estruendo de movimiento de rue­das; y caballo atropellador, y carro saltador (3:2).

La arremetida de los carros viene acompañada de otra por la caballería: "Caballero enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza" (3:3). Los cuerpos muertos se apilarían en las calles al grado de que los defensores y los invasores tropezarían sobre ellos.

Cuando los asirios se retiraron tras de la protección de las murallas, los sitiadores se prepararon para la ta­rea final de abrirse paso a la fuerza. El primer paso fue la construcción de burdos puentes sobre las zanjas. Los arqueólogos han encontrado el foso del lado este lleno con desperdicios frente al gran hoyo abierto en la muralla.

La tradición asegura que una inundación de las aguas del Tigris o de su tributario, facilitaron la captura de la ciudad. Evidentemente, echaron el agua contra las murallas o a través de las compuertas, ayudando así a abrirse paso hacia la ciudad. Nahum previó esto cuando escribió: "Las puertas de los ríos se abrirán, y el pala­cio será destruido" (2: 6).

En consecuencia, Nínive quedó completamente des­truida. El profeta ve la ciudad como un depósito de agua en cuyas paredes se ha abierto brecha para que toda el agua salga. Y así sucedió en Nínive. Aunque algunos cla­maron: "Parad, parad" (2:8), el pueblo huyó aterrori­zado. Dejaron la ciudad "vacía, asolada y despedazada" (2:10).

La vanidosa Nínive ha quedado asolada desde el día en que fue destruida. Dos mojones, identificados en 1842, son todo lo que queda del sitio. En el año 331 A.C., Ale­jandro el Grande pasó por aquí en su camino hacia la conquista del mundo. Aunque no pudo reconocer las ruinas de Nínive, ya que estaban enteramente cubiertas, bien pudieron ellas haber susurrado una palabra de ad­vertencia: "Todo lo que el hombre edifica sin Dios, cae­rá ciertamente."

5.            EL HOGAR DEL PROFETA

Casi todos los pasajes observados hasta aquí se han tomado de los capítulos segundo y tercero de Nahum. Volvamos ahora nuestra atención al primer capítulo.

El primer versículo nos da el encabezamiento del libro. "Carga (u oráculo) de Nínive. Libro de la visión de Nahum de Elkosh."

El pueblo natal de Nahum, Elkosh, no ha podido identificarse. Algunos creen que haya estado en una lo­calidad al otro lado de Nínive, donde los habitantes se­ñalan aún la supuesta tumba del profeta. Otra tumba tra­dicional de Nahum se señala al sur de Babilonia. Jeró­nimo dijo que había sido un pueblo en el norte de Ga­lilea, mientras que otros creen que fue Capernaum- cuyo nombre arábigo significa: "ciudad de Nahum." Quizá el sitio más probable sea en el sur de Judea, co­mo a treinta millas al sureste de Jerusalén. Es muy pro­bable que Nahum haya venido de Judá, puesto que Is­rael, el Reino del Norte, ya se encontraba en cautiverio.

6.            LA IRA DE DIOS

G. Campbell Morgan ha hecho la interesantísima observación de que en los primeros ocho versículos de Nahum se encuentran todos los vocablos del Antiguo Testamento hebreo que significan "ira." En nuestra Bi­blia castellana de Reina y Valera, se traducen como "celo," "venganza," "ira," "furor," "enojo," (en una ocasión, "indignación" se traduce como "ira").

Y Campbell Morgan señala con su método exposi­tivo y analítico tan característico, que "celo" es el resul­tado del amor herido. "Venganza," significa retribución y no desquite. "Ira," significa una actitud que ha cam­biado por causa del pecado. "Enojo e indignación," ex­presan la actividad de la ira. "Furor," significa calor y consunción por el fuego.

Mas, ¿cuál es la causa del furor del Señor Es su amor por su pueblo oprimido. Su misma ira es una ex­presión de amor. No podemos creer en el amor de Dios sin creer también en la ira de Dios, porque el amor debe indignarse en contra del mal. El amor moral es más que un mero sentimiento.

7.            EL MENSAJE DE NAHUM PARA NUESTRO DIA

El mensaje de Nahum es definitivamente un mensaje para nuestro día. A la luz de las atrocidades cometidas por los nazis en Europa, es más fácil apreciar los fuertes sentimientos del profeta. Las crueldades indestructibles de los asirios de antaño han quedado en evidencia en su libro de leyes recientemente descubierto. Los castigos infligidos incluían arrancar los ojos, cortar las manos, rajar las narices, tajar las orejas y derramar brea hir­viendo sobre la cabeza. Cuando a los cautivos inocentes e indefensos se les hacía víctimas de tales crueldades, podemos comprender cuán justificada era la indigna­ción de Nahum.

George A. Gordon dijo una vez que hay tres gran­des pruebas de un gran carácter: la capacidad para amar intensamente; la capacidad para entusiasmarse intensa­mente, y la capacidad para indignarse intensamente. Sin un sentido de indignación contra el pecado y el mal, no hay amor verdadero. Por lo tanto, necesitamos escuchar el mensaje que Dios tendría para este siglo nuestro por medio de Nahum.

Raymond Calkins ha señalado su importancia. El escribió esta palabra de comentario:

Indudablemente que hay lugar para un libro como el de Nahum en la revelación de la gracia. En lugar de quitar de la Biblia esta profecía de Nahum, es mejor que la dejemos. La necesitamos. Nos recuerda que a menos de que el amor esté equilibrado con la capaci­dad para indignarnos justamente, degenera en un sen­timiento bondadoso, vago y difuso. Un hombre verda­dera y profundamente religioso es siempre un hombre de ira. Porque ama a Dios y a sus semejantes, odia y desprecia la inhumanidad, la crueldad y la perversidad. Todo buen hombre profetiza a veces como Nahum.

Y terminamos nuestro estudio de Nahum con un versículo sobresaliente para memorizar, que encontra­mos en 1:7: "Bueno es Jehová para fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían." Esta es una joya incomparable, que brilla mucho más inten­samente por su posición sobre la tenebrosidad intensa de la profecía de Nahum. Siempre, dondequiera, Dios es amor.

B.           Habacuc-El Combate con la Duda

Nombre: "Abrazo."

Fecha: Alrededor del 603 A.C.

Lugar de su ministerio: Judá.

División del Libro:

I.            El Castigo de Judá (capítulo 1).

II.           El Castigo de Babilonia (capí­tulo 2).

III.          La Oración del Profeta (capí­tulo 3).

Versículos sobresalientes para memorizar: 2:2; 2:4; 2:20; 3:2.

¿Hasta cuándo, oh Jehová,

He de clamar, sin que tú me oigas

¿Hasta cuándo daré voces a ti,

A causa de la violencia que se me hace,

Sin que tú me salves

                                                  (1:2, V.M.).

¿Cansado de orar Parece que sí. ¿De qué sirve orar si Dios no presta atención ¿Para qué implorar ayuda si Dios no salva

Pero el profeta era perseverante. Estaba convencido de que había un Dios que oía la oración, y se propuso continuar orando hasta recibir alguna clase de respuesta. Por lo tanto, continuó implorando:

¿Por qué me haces ver la iniquidad,

Y miras tú innoble la maldad

Pues que la opresión y la violencia

Están delante de mí; y hay contienda

Y se levantan pleitos.

                                                                 (1:3, V.M.).

1.            EL PROBLEMA DEL PROFETA

A dondequiera que el profeta volvía sus ojos en Ju­dá, encontraba iniquidad y violencia, lucha y contención. Una y otra vez informó al cielo sobre esta situación co­rrompida, pero el cielo no parecía estar interesado. Pa­recía que a Dios no le importaba el que su pueblo con­tinuara pecando. Parecía que había cerrado los ojos a los vicios de los suyos, y los oídos a la voz del profeta. ¡Y eso no estaba bien!

El silencio de Dios empeoraba las cosas. La gente ha­cía lo que le venía en gana, puesto que Dios no hacía nada. De seguir esto así, la moral de todo el pueblo se vendría abajo. Cualquiera podía ver eso. ¿Por qué, en­tonces, Dios no podía ver las cosas así

El profeta nos dice lo que estaba sucediendo.

Por tanto, se paraliza la ley,

Y el juicio ya no sale conforme a la verdad;

Porque el inicuo asedia al justo;

Por tanto procede el juicio pervertido.

                                                                 (1:4, V.M.).

La ley estaba entumecida, "paralizada," porque Dios no la aplicaba rigurosamente con castigos adecuados. La justicia era cosa del pasado. De hecho, había desapare­cido, "el juicio no sale verdadero." En lugar de ello, "sa­le torcido el juicio." Las cosas estaban vueltas al revés nuevamente. El bien estaba en el cadalso, y el mal en el trono.

2.            LA RESPUESTA DE DIOS

"¿Hasta cuándo" había preguntado Habacuc. Co­mo ha señalado Robinson, el profeta no se quejó en con­tra de Dios, sino con Dios. Era el proceder más justo y más sabio porque Dios y solamente Dios, tenía la res­puesta.

a             Dios Obra Silenciosamente. La respuesta vino. Dios indicó que se estaba preparando para realizar algo tremendo, algo horrible. "Mirad en las gentes, y ved, y maravillaos pasmosamente; porque obra será hecha en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la cree­réis" (1: 5). Dios estaba ocupado aunque el profeta no pudiera contemplar sus operaciones. Esta fue una de las lecciones más importantes que habría de aprender el profeta. Algunas de las faenas más grandiosas de Dios se desarrollan tras del escenario, fuera de la vista. En­tonces, hemos de creer aun cuando no podamos ver.

b.            El Método Extraño que Dios Usa. Pero, ¿cuál era esta cosa maravillosa que Dios estaba por hacer "Porque he aquí, yo levanto los Caldeos, gente amarga y presurosa, que camina por la anchura de la tierra pa­ra poseer las habitaciones ajenas" (1:6).

Los caldeos se acercaban. Ellos eran la respuesta de Dios al clamor del profeta. Los judíos sí serían castiga­dos por sus pecados. Los caldeos serían el instrumento en las manos de Dios para realizar este castigo. Esta "gente amarga y presurosa.... espantosa es y terrible: De ella misma saldrá su derecho y su grandeza" (1:6-7). La corrección no sería agradable: "Espantosa. terrible" (1: 7). El pueblo de Dios no le había temido a El, ahora sentiría el espantoso azote de una invasión.

Los ejércitos enemigos barrerían la tierra como bes­tias salvajes. "Y serán sus caballos más ligeros que ti­gres, y más agudos que lobos de tarde, y sus jinetes se multiplicarán. Volarán como águilas que se apresu­ran a la comida" (1:8). No había escape alguno de la furia del asolamiento por el enemigo.

El pueblo de Judá se había regocijado en la violen­cia. Pero ahora las huestes invasoras vendrán a la presa (1:9). Por fin, la justicia se gozará en su día.

3.            FECHA DEL LIBRO

La referencia a los caldeos nos ofrece la clave cen­tral para encontrar la fecha de la profecía. A diferencia de casi todos los demás profetas, Habacuc no nos dice nada sobre quién era ni de dónde venía. No asienta nin­gún dato cronológico al presentar su libro, pero la pre­dicción de la inminente invasión babilónica señala hacia cierto período definido en la historia de Israel.

Aparentemente, los hebreos comenzaron a entregarse a un falso sentido de seguridad después de la caída de Nínive en el 612 A.C. Su gran enemigo, Asiria, estaba caído y deshecho. Y no comprendieron la importante sig­nificación del creciente poderío de Babilonia.

Cuando los babilonios derrotaron al ejército egip­cio en Carchemis, en el 605 A.C., aseguraron la posición dominante de su imperio. Bajo Nabucodonosor, Babilo­nia vino a ser el gran centro del poder mundial.

Por esto, casi todos los eruditos colocarían la fecha de este libro de Habacuc entre el 605 A.C. y la invasión de Judá por Nabucodonosor en el 598 A.C. El nuevo im­perio se levantaba poderoso sobre el horizonte noroes­te, pero el pueblo judío no había despertado a la ame­naza contra su paz y seguridad. Continuaba confiado en sus pecados. Mas los cúmulos indicadores de tormenta aumentaban, y ya un oído alerta podría escuchar el rui­do del trueno en la distancia.

4.            LA PERPLEJIDAD DEL PROFETA

a.            ¿Para qué Usar a los Caldeos El profeta escu­chó atento la respuesta de Dios. Pero he aquí que ahora se encontraba más perplejo que nunca. Reconoció el pro­pósito de la venida de los caldeos. "Oh Jehová, para jui­cio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar" (1: l2cd). Eso es bastante claro, pero, ¿por qué usar a los babilonios ¡Ellos son peores que los hebreos!

El problema se volvió más difícil y Habacuc se sen­tía más profundamente perplejo, por lo que se quejó de nuevo: "Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio: ¿por qué ves los menosprecia­dores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él" (1: 13). Muy cierto, los habitantes de Judá eran bastante malos. Pero eran mejores que los caldeos. ¿Por qué habrían de usarse los más inicuos para castigar a los menos impíos Eso no parecía muy correcto.

b.            ¿Por qué ha de Sufrir el Justo Este otro asun­to confundía al profeta mucho más que el anterior. ¿Por qué debería prosperar el impío a costa del justo Ese es el problema imperecedero de las edades. Parece que el universo no está sentado sobre principios de justicia. No obstante, nosotros necesitamos hacer lo que Haba­cuc hizo: esperar en el Señor hasta que venga la luz.

El libro de Habacuc se divide en tres capítulos. El primero explica el problema-que era de hecho un problema doble-que tenía confundido al profeta. El segundo ofrece la solución, la respuesta de Dios al problema. El tercero registra la invocación del profeta, una oración saturada de alabanza.

5.            LA PACIENCIA DEL PROFETA

La respuesta a la segunda pregunta de Habacuc (1:13), no vino tan pronto como la respuesta a la primera pregunta (1:2-4). Pero Habacuc rehusó satisfacerse con el silencio. Se había propuesto esperar hasta que Dios respondiera. Asumió una actitud de espera vigilante.

Me pondré, dije, sobre mi atalaya,

Me colocaré sobre la fortaleza,

Y estaré mirando para ver qué me dirá Dios,

Y lo que yo he de responder tocante a mi queja.

                                                                                (2:1, V.M.).

Si queremos aprender hemos de escuchar. Debido a que escuchamos tan poco, aprendemos casi nada. En este siglo en que literalmente miles de voces llegan a nuestras conciencias reclamando nuestro tiempo y aten­ción, parece que no es posible encontrar un rincón tran­quilo para meditar brevemente. Pocas personas piensan seria y verdaderamente de manera de hacer pregun­tas inteligentes en sus propias mentes. Y más pocas to­davía se toman el tiempo para ponderar sus dudas y orar acerca de ellas hasta que sean transformadas de piedras de tropiezo en peldaños ascendientes por los cua­les puedan elevarse a los pináculos de la fe y la confian­za en Dios.

6.            LA RESPUESTA DEL SEÑOR

El profeta recibió una respuesta a su problema por­que esperó paciente y persistentemente. Se le dice: "Es­cribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella" (2:2). A veces se traduce mal la úl­tima expresión, como si dijera: "Para que el que corre pueda leer." Pero no dice eso. Debe escribirse clara­mente para que los que lean reciban instrucciones pre­cisas de apresurarse en su sendero, e indicaciones sobre cómo conservarse en el camino recto.

Y continúa la respuesta del Señor: "Aunque la vi­sión tardará aún por un tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se tardare, espéralo, que sin duda ven­drá; no tardará" (2:3). Los planes de Dios estaban he­chos; sus propósitos darían inevitablemente los resulta­dos deseados. Pero se necesitaba tiempo. Mientras tanto, el consejo divino era: "Paciencia."

¿Qué actitud debería conservar el profeta mientras esperaba el cumplimiento de su visión Debería ser fiel y verdadero: "El justo en su fe vivirá" (2:4).

Parece como si el énfasis principal de esta expresión fuera la fidelidad, pero el Nuevo Testamento toma estas palabras y las eleva haciéndolas una de las piedras de esquina de la revelación cristiana. Tres veces las encon­tramos mencionadas (Romanos 1:17; Gálatas 3:11; He­breos 10:38). Fue la visión de Lutero sobre esta verdad lo que ayudó a provocar la gran Reforma Protestante. Ha sido siempre un faro en las tinieblas del pecado mun­danal que ha dirigido al marino al refugio del amor de Dios.

Este gran pasaje básico está precedido por una de­claración significativa de Habacuc: "He aquí se enor­gullece aquel cuya alma no es derecha en él."

La referencia a Babilonia es obvia. Sería destruida por causa de su orgullo. "Porque tú has despojado mu­chas gentes, todos los otros pueblos te despojarán" (2:8). La Palabra de Dios declara: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu" (Proverbios 16:18).

George Adam Smith ha destacado esta verdad en el epigrama que usa como título de un capitulo: "La Tiranía es Suicidio." La historia ha confirmado este he­cho en más de mil ocasiones. Solamente hemos de recor­dar nombres como Alejandro el Grande, Julio César y Napoleón Bonaparte. Nuestra generación ha contribuido más que la porción que le correspondía, con Mussolini, Hitler y Stalin. Pero la gente justa, temerosa de Dios, vive aún mucho después de que los tiranos hayan muer­to y desaparecido. El futuro pertenece siempre a los fieles de Dios.

Esta es, entonces, la respuesta al segundo problema del profeta. Después de que Dios use a los babilonios para castigar al impío Judá, los castigará a ellos a su vez por su vanidad y crueldad. En el año de 586 A.C., los ejércitos de Nabucodonosor destruyeron Jerusalén, pe­ro menos de cincuenta años más tarde, en el 539 A.C. el gran imperio que él había fundado se desmoronó cuan­do Ciro el Persa conquistó a Babilonia. De esta manera se cumplieron tanto la profecía de 1:6, como la de 2:8.

Dios tuvo una respuesta para los problemas del pro­feta. El siempre tiene una respuesta. Y El siempre está listo para compartir su solución con nosotros si nos de­tenemos y escuchamos. Demasiados de nosotros no es­tamos dispuestos a esperar.

En un pasaje por demás hermoso de su obra reciente (The Modern Message of the Minor Prophets), Raymond Calkins señala la lección del segundo capítulo de Habacuc.

La Biblia, recordemos, nunca termina en signo de interrogación. Siempre termina en punto. Los escritores bíblicos hacen preguntas, pero siempre obtienen respues­tas. Los escritores modernos formulan muchas pregun­tas, provocan muchas dudas, planean toda clase de di­ficultades. Pero no presentan respuestas, no ofrecen so­luciones. Nos dejan en una confusión mental y moral. No así la Biblia. También hace muchas preguntas, presenta toda pregunta que torture la mente del hom­bre. Pero siempre termina dando las respuestas y seña­lando el camino que saca de la duda y el desaliento. Esta es una de las razones por las cuales la gente ama sus Biblias.

El capítulo dos concluye con una serie de cinco ayes (vrs. 6, 9, 12, 15, 19) pronunciados sobre el cruel déspota que está para oprimir a las naciones de la tierra. Este tirano, que "ensancha como el infierno su alma, y es co­mo la muerte" (2:5), tendrá un fin seguro y rápido. En este pasaje Habacuc pronuncia la ruina de los que codi­ciosamente acaparan todo debido a su interés egoísta.

El capítulo termina con un pasaje muy conocido: "Mas Jehová está en su santo templo: calle delante de él toda la tierra." Habacuc ha hecho una contribución sobresaliente a la teología y a la adoración cristianas.

7.            LA ORACION DEL PROFETA

El tercer capítulo es una incomparable invocación de acción de gracias, que surge espontáneamente del co­razón satisfecho del profeta. Se inicia con una petición por la preservación del pueblo de Dios: "Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos" (5:2). Esta ple­garia se ha repetido por corazones consagrados e inte­resados a través de las edades.

Luego, el profeta alaba a Dios por su grandeza y bondad. Se puede sentir el descanso que ha venido a su corazón. Dios, por fin, ha escuchado y respondido a su oración y Habacuc da rienda suelta a su gratitud. Haba­cuc era como uno "a quien su madre consuela." Reposa en los brazos de Dios con un sentido renovado y más profundo de la confianza segura y de la certidumbre completa.

Los últimos versículos del libro revelan cuán ilimi­tada era su fe. En palabras que constituyen un reto pa­ra todos nosotros, Habacuc declara: "Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales. Con todo, yo me alegraré en Je­hová, y me gozaré en el Dios de mi salud."

¡Oh fe sublime! Pero fue comprada a un precio-la agonía de la duda. La oración perseverante y la espera paciente condujeron al profeta a una nueva experiencia con Dios. Ahora disfrutaba de la comunión de la fe, la cual es para todos los que se abren paso hasta el cora­zón de Dios.

Y así, Habacuc nos llama a seguirlo a tales alturas. "Jehová el Señor es mi fortaleza," declara, "el cual pon­drá mis pies como de ciervas, y me hará andar sobre mis alturas." Los paisajes más elevados esperan a los que quieren escalar los picachos. Demasiadas personas se sa­tisfacen con vivir en los pantanos cenagosos de la incre­dulidad, siendo que el aire purísimo de las montañas las invitan a terrenos más elevados.

Preguntas Para Discusión

1.            ¿Qué lección hay para nosotros en la destruc­ción de Nínive

2.            ¿Tiene su respuesta alguna relación con la pro­ximidad de la venida de Cristo Jesús

3.            ¿Cuál es la relación existente entre las pregun­tas sinceras y la fe madura

4.            ¿Qué lección aprendió usted de Habacuc

Cinco

SOFONIAS y HAGGEO

A.           Sofonías-Cuando Dios Invade el Escenario Humano

Nombre: "El protegido u ocultado de Jehová."

Hogar: Probablemente Jerusalén.

Fecha: Alrededor del 625 A.C.

Lugar de su ministerio: Judá.

División del Libro:

I.            Castigo Sobre Judá (capítulo 1).

II.           Castigo Sobre las Naciones Extran­jeras (2:1-3:7).

III.          Salvación del Remanente (3:8-20).

Versículos sobresalientes para memorizar: 2:3; 3:17.

¡Silencio! "Calla en la presencia de Jehová." ¡Es­cucha! "Porque el día de Jehová está cercano."

Con estas palabras en el séptimo versículo de su li­bro, el profeta anuncia el corazón de su mensaje. Sofo­nías tiene un solo tema: el día de Jehová.

El sonido de su primera declaración es como el to­que de la trompeta. "Destruiré del todo todas las cosas de sobre la haz de la tierra, dice Jehová."

¿Qué ¿Hablas en serio

Sí señor, hablo en serio. "Destruiré los hombres y las bestias; destruiré las aves del cielo, y los peces de la mar, y las piedras de tropiezo con los impíos; y talaré los hombres de sobre la haz de la tierra, dice Jehová" (1:3).

Seguramente te refieres a los paganos y a las nacio­nes gentiles.

No. Me refiero a la nación de mi pueblo: "Exten­deré mi mano sobre Judá, y sobre todos los moradores de Jerusalén."

Pero, ¿por qué ¿Qué pasa

1.            LA ADORACION DE BAAL

Sencillamente esto: mi pueblo se ha vuelto pagano. Adora a ídolos paganos y a los astros del cielo. Me ha abandonado y ha abrazado la idolatría. Observa tú cui­dadosamente los registros:

Exterminaré de este lugar el remanente de Baal, y el nombre de los Chemarim con los sacerdotes; y a los que se inclinan sobre los terrados al ejército del cielo; y a los que se inclinan jurando por su rey; y a los que tornan atrás de en pos de Jehová; y a los que no busca­ron a Jehová, ni preguntaron por él (1:4-6).

¡Qué cuadro! ¡El pueblo de Dios! ¡Y en la ciudad santa! Sus cuerpos tan cerca del santuario sacrosanto y sus corazones tan llenos de pecado. Con razón Dios tuvo que hacer algo.

Baal. qué de memorias provocaba ese nombre. Los israelitas establecieron contacto con la adoración de Baal cuando entraron en Canaán. La perversa Je­zabel inició la adoración de Baal en el reino de Israel, al norte. Su hija Atalia quiso imponer su culto en el reino del sur, el de Judá, y Elías desafió en una ocasión a Baal en el monte Carmelo, dando lugar a una de las escenas más grandiosas de la historia sagrada. Jehú des­truyó a Jezabel y a los adoradores de Baal, pero el culto sobrevivió en ambos reinos y fue una de las causas de la cautividad.

Una de las características más desventuradas de la adoración de Baal era sus ritos inmorales. A Baal se le consideraba el dios de la fertilidad, y en sus templos y altos había prostitutas sagradas quienes eran usadas para los ritos religiosos de la reproducción. Moralmente, el baalismo era degradante en grado sumo. Por esa razón los profetas de Dios lo atacaron duramente. Amenazaba destruir la fibra moral de la nación. Evidentemente, los Chemarim eran los sacerdotes idólatras de Baal.

2.            OTRAS IDOLATRIAS

Algunos de los habitantes de Jerusalén se postra­ban sobre los techos de sus casas y adoraban al sol, la luna y las estrellas. Aunque era un tipo de religión más elevado en muchos sentidos, que la adoración de Baal, de cualquiera manera rehusaba al Creador la adoración que le correspondía.

Otras personas juraban en nombre de Milcom, o Moloch, el dios de los amonitas. La característica horri­pilante de la adoración de Moloch era la quema de los niños. La ley de Moisés prohibía estrictamente tal prác­tica en todo israelita, diciendo: "No des de tu simiente para hacerla pasar por el fuego a Moloch" (Levítico 18:21). Sin embargo, aquí estaban los hebreos adorando aún a este repugnante dios pagano.

Dios tiene una respuesta a todo esto. Por medio de su profeta anuncia que "el día de Jehová está cercano." El castigará a los príncipes y a los líderes de la rebelión en contra de El. La mención de los príncipes es muy sig­nificativa si tomamos en cuenta el hecho de que Sofo­nías mismo era biznieto de Ezequías, probablemente el famoso rey hebreo (1: 1).

3.            EL CASTIGO DE JERUSALEN

En seguida encontramos una excelente descripción de lo que sucedería en Jerusalén cuando se realizara la invasión divina.

Habrá voz de clamor

Procedente de la puerta del Pescado,

Y un aullido de la ciudad segunda,

Y un gran crujido desde las colinas.

Aullad, oh habitantes del Mortero,

Porque toda la gente traficante está callada.

                                                                         (1: 10-11, V.M.).

Muy vívido es el cuadro que se nos da de Jerusalén. La Puerta del Pescado era, evidentemente, una exten­sión del barrio residencial donde vivían los ricos, como lo era también la ciudad segunda. Entre ellos se encon­traba Mactes con sus mercados y enjambre de mercade­res. El profeta describe los alaridos de angustia de estos grupos, cuando cae sobre ellos la vara iracunda de Dios.

Pero la visitación divina no será un asunto super­ficial. En una de las figuras más sobresalientes de todos los escritos proféticos, Sofonías describe a Dios reco­rriendo las calles de Jerusalén con lámparas, buscando el pecado. Nos recuerda a Diógenes recorriendo las ca­lles de Atenas, al mediodía, con una lámpara encendida en su mano. Sólo que el objeto de la búsqueda es distin­to. Diógenes dijo que andaba en busca de un hombre honrado. Dios andaba en Jerusalén a caza de los im­píos para descubrirlos y castigarlos.

Los habitantes de Jerusalén, contra los cuales Dios tenía un pleito especial, eran aquellos que se describen como "sentados sobre sus heces." La figura es del vino que se deja reposar demasiado sobre su sedimento, has­ta que se echa a perder. En otras palabras, el profeta se refería a los indiferentes, a los descuidados, a los que decían: "No importa cómo nos comportemos, de cual­quier manera Dios no nos hará nada."

Pero Dios no pierde tiempo en decirles que El está por hacer algo, algo drástico. Sus bienes serán atrapa­dos como botín de guerra, y sus propiedades destruidas. Sus hogares quedarán desiertos y sus viñas abandonadas.

4.            EL DIA DE JEHOVA

Y entonces viene la descripción notable de Sofonías del día de Jehová (1: 14-18). Primero recalca su inmi­nencia: "Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso."

a.            El Día Está Cercano. El día de Jehová está siem­pre cercano. Siempre que una persona olvida a Dios- lo que sucede en todas las generaciones-es de esperarse el castigo. No siempre viene de inmediato, pero la jus­ticia divina es inescapable.

¿Cómo es el día de Jehová No se nos deja en du­da alguna. En términos sobrecargados de asolamiento y amenazantes como tormenta, el profeta proclama el día de Jehová.

Día de ira es aquel día;

Día de apretura y de angustia,

Día de devastación y desolación,

Día de tinieblas y de espesa oscuridad,

Día de nubes y de densas tinieblas.

                                                          (1:15, V.M.).

Es interesante observar que las dos últimas expre­siones ocurren también en Joel 2:2. También Joel, como Sofonías, las precede con un aviso de que "viene el día de Jehová, porque está cercano." Ambos profetas estaban poseídos por el sentido de la inminencia del día del Señor. Ambos declaran que es un día de ruina y destrucción, de muerte y asolamiento, de tinieblas y angustia. No pin­taron estos hombres con luces de esperanza el cercano día de Jehová.

¿Cómo aparecerá este día En el caso de Judá ven­dría como una invasión enemiga. Un día "de trompeta y de algazara."

b.            Un Día de Castigo. Tan terribles serán los tiem­pos, que los hombres "andarán como ciegos," tropezando y cayendo en las tinieblas creadas por su propia des­obediencia. La muerte los alcanzará en la matanza ge­neral, hasta que "la sangre de ellos será derramada co­mo polvo."

Los ricos no podrán comprar su libramiento, "ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira de Jehová." Dios no acepta cohecho.

El día de Jehová, tal y como se describe aquí y en todos los profetas, es el día de castigo divino. Es el día cuando Dios toma en sus manos los asuntos, cuando el día del hombre queda arrumbado, cuando lo eterno in­vade lo temporal, cuando lo infinito interrumpe lo finito. Es "el día de la ira de Jehová" en contra del pecado.

e.            Más de un Día de Jehová. Ese día ha venido mu­chas veces y sigue viniendo. A menudo parece distante, sin embargo, siempre está a la mano. Cada generación ha visto algún día de Jehová, cuando Dios visitó y cas­tigó. La destrucción de Jerusalén en el día de Jeremías y en el año 70 D.C., puede identificarse con el día de Je­hová. Y también podríamos llamar así al día en que So­doma y Gomorra fueron destruidas, y aquel otro cuando Pompeya quedó sepultada. La causa fue la misma en todas las ocasiones-el pecado del hombre. Dios es mag­nánimo, más allá de toda comprensión humana. Pero si El ignorara el pecado, la justicia del universo se vendría por los suelos. Porque Dios es santo, y justo, y recto, su naturaleza misma demanda que haga cuentas con el pecado.

Esas maneras de pensar sentimentales y delicadas sobre el pecado, nos dejan hundidos en el lodo y la mi­seria, la ruina y la bajeza de un mundo sin Dios. Necesi­tamos capturar de nuevo el profundo sentido que el pro­feta tenía sobre lo terrible del pecado. Sus severas pala­bras en contra de la injusticia abrieron el camino para que el espíritu humano se elevara a mayores alturas. Nuestra religión nunca será más poderosa que nuestra actitud en contra del pecado.

5.            UN LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO

El segundo capítulo de Sofonías se abre con un rue­go en favor del arrepentimiento. El tercer versículo es uno de los pasajes más bellos en todo el libro: "Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, que pusisteis en obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedum­bre: quizás seréis guardados en el día del enojo de Je­hová" (2:3).

El nombre Sofonías significa "protegido de Jehová." Puede reflejar el hecho de que sus devotos padres ha­yan sido amenazados durante el largo reinado del im­pío Manasés. Sofonías nació durante el reinado de este monarca.

Comenzando con el verso cuatro, y a través del res­to del capítulo dos, el profeta se dirige a los países cir­cunvecinos. Primero profetiza la destrucción de las gran­des ciudades filisteas. Habían de ser asoladas.

6.            FECHA DEL LIBRO

Esto nos trae al asunto de la fecha de la profecía de Sofonías. En el primer versículo que sirve como enca­bezado del libro se nos dice que la palabra de Jehová vino a él en los días de Josías, rey de Judá. Josías rei­nó del 639 al 609 A.C.

Parece que los scythas invadieron la región costera de Palestina incluyendo Filistea, entre el 630 y el 624 A.C. Casi todos los eruditos sitúan el libro de Sofonías alre­dedor del 625 A.C., poco antes de las reformas de Josías, iniciadas en el 621 A.C. De manera que es muy probable que Sofonías estuviera prediciendo la invasión scytha de la tierra de los filisteos. De no ser así, entonces la re­ferencia fue a la próxima invasión caldea.

Los primeros siete versículos del capítulo tres con­tinúan los mensajes sobre las naciones. Los versos ocho al trece prometen que un remanente de Israel se salva­rá. "Ellos serán apacentados y dormirán, y no habrá quien los espante" (v. 13).

7.            EL GOZO DE DIOS EN SU PUEBLO

Los versículos 14-20 tienen un tono distinto del res­to del libro. Se incita a Sión a cantar, a regocijarse y a alegrarse. Dios, su Rey verdadero, está en medio de ella y la protegerá.

El versículo más hermoso en todo el libro se encuen­tra en 3: 17-"Jehová en medio de ti, poderoso, el salvará; gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se regoci­jará sobre ti con cantar."

El versículo describe lo que Alexander Maclaren ha llamado atinadamente, "La alegría de Dios." La co­munión entre Dios y sus hijos significa gozo mutuo. ¡Qué privilegio producir gozo en el corazón de Dios! ¡Có­mo debiéramos buscar los momentos de tranquila so­ledad con Dios, cuando nuestros espíritus se inspiran y elevan, y Dios mismo se regocija al tener comunión con nosotros!

Los últimos tres versículos hablan especialmente de la restauración de Judá de la cautividad. Obviamente, la primera aplicación es al retorno de Babilonia. Pero las palabras ven más allá del período de la postrestaura­ción. "Os daré por renombre y por alabanza entre todos los pueblos de la tierra."

Solamente en Cristo encuentra cumplimiento esta promesa. Esto es verdad también de muchas otras pro­mesas del Antiguo Testamento. Puede verse en la his­toria un cumplimiento parcial e imperfecto, pero sólo Cristo es el cumplimiento de la esperanza humana y las profecías. ¡Qué privilegio tan grande tenerle en nuestros corazones, cumpliendo todas las "preciosas y grandísimas promesas" de la Palabra de Dios! Jamás podremos exagerar todo lo que Cristo significa para nosotros.

B.           Hageo-Un Hombre de Acción Inspirada

Nombre: "festivo" (posiblemente haya nacido en un día de fiesta).

Fecha: 520 A.C. (septiembre-diciembre).

Lugar de su ministerio: Jerusalén.

División del Libro:

I.            Exhortación a Reanudar la Cons­trucción (1: 1-11).

II.           Iniciación de los Trabajos (1:12-15).

III.          Estímulo para los Constructores (2:1-9).

IV.          Contaminación de los Inmundos (2:10-19).

V.           Exaltación de Zorobabel (2:20-23).

Versículos sobresalientes para memorizar: 1:7; 2: 7.

Era septiembre del 520 A.C. Las calles de Jerusalén se apretaban ya con las muchedumbres que habían acu­dido a la fiesta de la nueva luna.

El corazón del pueblo estaba embargado por distin­tos sentimientos. Había sido un mal año para las cose­chas. La sequía y la ausencia de rocío habían dejado el suelo seco y abierto. Con grandes esperanzas habían tra­bajado la tierra durante la primavera, sembrando gran cantidad de semilla con el anhelo de tener un buen año.

Pero las lluvias de primavera nunca llegaron. Las plan­tas se marchitaron, los olivares y las viñas estaban casi sin fruta. La gente acudió a adorar en Jerusalén con bolsillos vacíos y corazones entristecidos. La decepción y el desaliento se leían fácilmente en los rostros.

Pero, ¿qué los atraía La ciudad destruida había sido reparada tan solo en parte. Las murallas permane­cían casi todas en ruinas. Y ¿el templo Sus esplendores eran tan solo un recuerdo inquietante en la memoria de los más ancianos. Era como si la, Jerusalén que había sido, jamás volvería a ser.

Junto al rudo altar, sin techo protector, estaban tres varones observando la multitud apretujada. Tino de ellos era Zorobabel, el gobernador de Judá. El otro era Jo­sué, el sumo sacerdote, y el tercero era Haggeo, el profeta.

Súbitamente, Haggeo se volvió a sus dos compañe­ros. "Jehová de los ejércitos habla así, diciendo: Este pueblo dice: No es aún venido el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada."

Alrededor de dieciséis años antes, el primer grupo de cautivos había regresado de Babilonia como resal­tado del decreto de Ciro. Ese edicto, registrado en la úl­tima parte del Segundo Libro de las Crónicas y en la pri­mera parte de Esdras, estipulaba que el templo debería reconstruirse. En el registro más detallado que nos da Esdras, se menciona tres veces que la reconstrucción de la Casa de Dios en Jerusalén era el propósito central del decreto.

Pero ¿qué sucedió Los pocos que regresaron lim­piaron de ruinas el sitio y atacaron la empresa de recons­truir el templo. Primero limpiaron lo suficiente de es­combros como para poder sentar el altar del sacrificio y celebrar la fiesta de los Tabernáculos (Esdras 3:1-4). Esto aconteció en el otoño. Y en la primavera siguiente se lanzaron a trabajar, propuestos a edificar la casa del Señor.

Mas había sido una tarea desalentadora. Cuando se terminaron los cimientos celebraron una gran fiesta (Esdras 3:10-13). Mientras unos gritaban de gozo, otros lloraban al reconocer que este segundo templo apenas si podría ser un substituto muy pobre al glorioso edificio que Salomón había levantado.

Los meses pasaron y se volvieron años. El aburri­miento y la inercia se combinaron con las amenazas de los oposicionistas para detener por completo las manos de los obreros. En el 520, el templo todavía estaba sin reconstruir. De pronto, sobre el ruido del movimiento humano una voz se dejó oír, "¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de morar en vuestras casas enmaderadas, y esta casa está desierta" (1: 4).

Sorprendido, el pueblo se volvió para ver junto al altar a un profeta con su rostro encendido por el men­saje urgente de Dios. Y cuando todos guardaron silencio, los labios de Haggeo se abrieron de nuevo: "Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos; pensad bien sobre vuestros caminos" (1: 5).

1.            EL PRIMER MENSAJE (1: 1-11)

Dólares Para Mí y Céntimos Para Dios

"Pensad bien sobre vuestros caminos." Este fue el grito de guerra del profeta. "Sembráis mucho, y ence­rráis poco. En trapo horadado."

Bien que sabían ellos todo esto, pero, ¿qué iban a hacer

"Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Meditad so­bre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y se­ré honrado, ha dicho Jehová."

¿Por qué sufrían adversidad en lugar de disfrutar prosperidad La respuesta era sencilla: "Buscáis mu­cho, y halláis poco; y encerráis en casa, y soplo en ello. ¿Por qué dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa."

¿Conque esa era la razón ¿Esa era la explicación de la sequía y las mañanas sin rocío, de los campos sin grano y las huertas sin fruta Bueno, pues en ese caso, ¡hagamos algo! "Amén," dijeron Zorobabel y Josué, y todo el resto del pueblo. Ya estaban hartos de la maldi­ción de Dios. Ahora estaban listos para hacer algo con el fin de obtener su bendición.

Tan pronto como el profeta notó la buena disposi­ción y obediencia, entregó un nuevo mensaje de consue­lo y estímulo. "Entonces Haggeo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová, al pueblo, diciendo: Yo soy con vosotros, dice Jehová." ¡Qué excelente modelo para los predicadores-el mensajero del Señor presen­tando el mensaje del Señor!

2.            LA RESPUESTA DEL PUEBLO (1: 12-15)

De Regreso al Trabajo

¿Qué cosa fue la que provocó la acción en lugar de la inercia "Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel. y el espíritu de Josué. y el espíritu de todo el resto del pueblo." Cuando la gente está despierta, se mueve.

De manera que el pueblo se entregó a la obra con todo empeño. A las tres semanas de que Haggeo había empezado a profetizar (1: 15), la obra de reconstrucción estaba en plena actividad.

Cuando las paredes comenzaron a levantarse, el co­razón de los obreros se llenó de orgullo y decepción al mismo tiempo. ¡Qué maravilloso sería tener de nuevo un santuario para adorar! Pero ¡cuán pobre se vería en comparación con el gran templo de Salomón!

3.            EL SEGUNDO MENSAJE (2:1-9)

La Gloria Depende del Espíritu, no del Tamaño

El Señor envió entonces otro mensaje al pueblo por medio de su profeta. Fue en octubre del 520 a.C., cuando se proclamó este segundo oráculo. El pueblo se hallaba reunido para la fiesta de los Tabernáculos.

Algunos de los presentes habían visto el templo de Salomón (2:3), el cual había sido destruido apenas 66 años antes. Ahora eran ancianos, pero tenían memorias imborrables del antiguo esplendor. ¡Cuán lastimosa sería la comparación de este nuevo templo con aquél!

Mas ellos no habrían de debilitar las manos de los albañiles. "Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Je­hová, esfuérzate también Josué, hijo de Josadac, gran sa­cerdote; y cobra ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y obrad: Porque yo soy con vosotros, dice Je­hová de los ejércitos" (2:4). El privilegio de los hijos de Dios a través de las edades es compartir con El la obra de reconstruir su templo.

Enseguida viene una profecía atrevida (2:9), en vista de las perspectivas actuales del nuevo templo "la gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera." O como lo dicen algunos traductores moder­nos: "La gloria futura de esta casa será mayor que la anterior." Esta traducción no es tan asombrosa como la primera, pero aun ella requería un gran paso de fe de parte del profeta, pues tan pobre y pequeña en número así era la gente.

Y, ¿cómo vendrá esta gloria mayor El versículo sie­te nos da la respuesta: "Y haré temblar a todas las gen­tes, y vendrá el Deseado de todas las gentes; y henchiré esta casa de gloria, ha dicho Jehová de los ejércitos."

La mayor gloria vendrá cuando "un mayor Salo­món" apareciere. Cristo fue el cumplimiento de esta pro­fecía. Esta ha sido la interpretación de la iglesia cristia­na desde el principio. Cuando Jerónimo tradujo la Vul­gata, lo hizo evidente; es más, él aprendió esto de sus mentores judíos, porque algunos de los rabinos judíos aplicaban este pasaje al Mesías.

Algunos eruditos modernos han llamado la aten­ción al hecho de que el término traducido como "De­seado," va acompañado de un verbo en plural. Las na­ciones, estremecidas por los castigos de Dios; traerán sus "tesoros" para embellecer la casa del Señor. Una versión traduce: "cosas preciosas" que es una traduc­ción exacta del original hebreo.

Es difícil llega a una interpretación dogmática de este pasaje. Adam Clake discute el problema y conclu­ye que la referencia al oro y la plata en el siguiente ver­sículo, está de acuerdo con el punto de vista más lógico de que las naciones traerán sus "cosas deseables" para glorificar la casa del Señor. Dice: "No veo cómo puedan aplicarse las palabras a Cristo Jesús."

Como punto de vista opuesto, es interesante notar que Raymond Calkins, un prominente predicador de nuestros días, dice que aun en la nueva traducción este pasaje "pierde muy poco de su significado mesiánico." En esto estamos de acuerdo. Es muy cierto que los de­seos más profundos y las aspiraciones más elevadas de todas las naciones se cumplen en Cristo, y sólo en El.

El tercer y cuarto mensajes se presentan el mismo día, en diciembre de 520 a.C. Exactamente tres meses ha­bían transcurrido desde que el pueblo, en obediencia al mandato de Dios, por medio del profeta, se había lanzado a la tarea de restaurar el templo. ¿Por qué no había re­compensado Dios su trabajo

4.            EL TERCER MENSAJE (2:10-19)

El Contagio del Mal

Dios envió otro mensaje para responder a sus inte­rrogaciones internas. Su tema fue la contaminación de los inmundos. El profeta señaló que si bien es cierto que una cosa o persona limpia se vuelve inmunda al en­trar en contacto con la inmundicia, no sucede así a la inversa. Es una de las lecciones obvias de la vida. Una manzana buena no hará buena a la caja más pequeña llena de manzanas podridas. Pero una manzana podrida, si se le deja el suficiente tiempo, echará a perder todo un barril de manzanas buenas. Una persona enferma no se alivia por entrar en contacto con una persona sana, pero una persona sana puede fácilmente contraer la enfermedad si establece contacto con una persona infectada.

La gente había esperado que la restauración del ri­tual los haría santos. Pero el profeta quería que vieran que su pecado ya tenía mucho tiempo y requería un tra­tamiento más drástico para ser limpiado. Su peor pe­cado era el de no querer arrepentirse (2:17).

Dos veces en el versículo dieciocho el profeta llama al pueblo a "poner" el corazón, es decir, a reconsiderar. Está muy bien traducido, "Poned ahora vuestro cora­zón." Todos los avivamientos verdaderos han princi­piado cuando la gente se ha detenido y ha reconsidera­do sus caminos.

Los cautivos que regresaban de Babilonia se pre­guntaban por qué Dios no había comenzado a prospe­rarlos por su obediencia a reconstruir el templo. El pro­feta tuvo una palabra de estímulo de parte del Señor: "Desde aqueste día daré bendición" (2:19). Su actitud diferente no había pasado desapercibida.

5.            EL CUARTO MENSAJE (2:20-23)

Después del Alboroto-Paz

El mismo día Dios habló de nuevo por medio de su mensajero. Este mensaje estaba dirigido especialmente a Zorobabel, el gobernador. Su perspectiva es mesiánica y su forma es apocalíptica. Dios dice que sacudirá a las naciones y aniquilará su poderío. Entonces tomará a Zo­robabel y lo asentará como su escogido. Aquí encontra­mos otro vistazo clarísimo del Mesías.

La época de Haggeo se distinguió por un sacudi­miento general de las naciones al cual él se refiere cuan­do menos cuatro veces (2:6, 7, 21, 22). Al asesinato de Cambises en el año 522 A.C., el sucesor de Ciro, siguió una era de disturbios. Un usurpador trató de apoderase del trono, pero fue asesinado a los pocos meses. Cuan­do Darío tomó el trono, en ese mismo año, tuvo que sostener una batalla tras otra para establecer su dominio sobre las distintas naciones que integraban el imperio persa.

Podemos ver un buen paralelo en nuestros días, en el sacudimiento de naciones y gobiernos nacionales. Es en tales tiempos que hacemos bien en elevar nuestros ojos con una esperanza renovada del Mesías. Es proba­ble que el Príncipe de Paz no venga tan pronto como quisiéramos o esperamos. Pero algún día, tan cierto como que la palabra de Dios es verdad, El reinará como Rey de reyes y Señor de señores. Nuestro es aún el privilegio de cantar el gran antema "¡Aleluya!"

6.            LA NATURALEZA DE HAGEO

El nombre Hageo significa: "festivo." Aunque vi­vió en tiempos tumultuosos, y afrontó un pueblo desani­mado y descorazonado, se distinguía por su espíritu fer­voroso y exuberante. Fue capaz de inspirar en otros el entusiasmo para la acción. Se ha dicho de él que "lo decía con ladrillos." Creía no sólo en hablar, sino tam­bién en hacer algo. Bien podríamos aplicar a él la expre­sión "una locomotora en pantalones."

A veces se ha acusado a Hageo de tener una mente simple. La verdad es que vio que era necesario hacer al­go cuanto antes, y puso toda su atención en conseguir que se hiciera.

También se le ha censurado por concentrar la aten­ción en cosas terrenas, pero es que comprendió que la vida religiosa de Judá necesitaba concentrarse en un santuario central en Jerusalén. De otra manera, la na­ción corría el peligro de ser asimilada por su medio am­biente pagano, y de perder a Dios. Una parte de nuestra herencia religiosa que viene de los judíos-que incluye la ascendencia humana de Cristo- la debemos al minis­terio fiel de Hageo, el profeta.

A diferencia de casi todos los profetas menores, el libro de Hageo no es poesía, sino prosa. Es que, como dice Raymond Calkins, necesitamos más palabras claras sobre nuestros deberes diarios, sobre "la ejecución pro­saica de tareas descuidadas."

Todo el libro de Haggeo es un comentario extenso sobre las palabras de Jesucristo: "Mas buscad primera­mente el reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). Haggeo nos enseña a poner primero lo primero.

Preguntas Para Discusión

1.            ¿Qué relación hay entre una advertencia y una promesa

2.            ¿Qué características de "el día de Jehová" re­calca Sofonías

3.            ¿Qué lecciones aprendió usted de Hageo

4.            ¿Cómo podemos decir cuando la gente está bus­cando sus propias comodidades, y descuida la obra del Señor

5.            ¿Cómo revela Hageo el valor de la concentra­ción


Seis

ZACARIAS y MALAQUIAS

A.           Zacarías-El Triunfo Final de la Santidad

Nombre: "Aquel a quien Jehová recuerda."

Fecha: Noviembre de 520 A.C. -diciembre de 518 A.C.

Lugar de su ministerio: Jerusalén.

División del Libro:

I.            Tres Mensajes (capítulos 1-8).

1.            Un Llamado al Arrepentimien­to (1:1-6).

2.            Ocho Visiones (1: 7-6: 15).

3.            Fiestas en Lugar de Ayunos (capítulos 7-8).

II.           Dos Oráculos (capítulos 9-14).

1.            La Restauración de Israel (ca­pítulos 9-11).

2.            La Purificación y Bendición de Israel (capítulos 12-14).

Versículos sobresalientes para memorizar: 14:9; 14:20.

Es el mismo año de 520 A.C. Sólo dos meses habían pasado desde que Haggeo había iniciado su ministerio público. Ahora aparece otro profeta en escena, estimu­lando también la reconstrucción del templo. Los dos se mencionan juntos en Esdras 6:14, donde leemos: "Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban confor­me a la profecía de Hageo profeta, y de Zacarías, hijo de Iddo."

¿Quién era este Zacarías Nehemías 12:16 indica que era un sacerdote y no sólo un profeta. En este respecto se asemejaba a Jeremías y a Ezequiel.

1.            LA PRIMERA SUPLICA DEL PROFETA

¿Cuál fue el mensaje principal de Zacarías El nos da la clave de su ministerio en el tercer verso de su primer capítulo: "Volveos a mí, dice Jehová de los ejér­citos, y yo me volveré a vosotros." El primer clamor del profeta es un llamado al arrepentimiento.

Pero volverse a Dios significa alejarse del pecado (1:4). No se puede permanecer en Dios a menos de que se haya abandonado el pecado. El arrepentimiento signifi­ca más que sentirse triste. Significa abandonar los pe­cados personales y volverse a Dios con todo el corazón. La introducción del libro (1: 1-6), se cierra con el testi­monio de que Dios ha guardado su palabra. La nueva generación no necesita poner a prueba este punto. Pue­de muy bien aceptar el testimonio de sus padres, de que la verdad ha quedado plenamente demostrada.

2.            OCHO VISIONES

Esta primera súplica presentada en noviembre de 520 A.C., fue seguida por un segundo mensaje en febrero de 519 A.C. El segundo mensaje hace resaltar una de las características sobresalientes de Zacarías, a saber, su contenido apocalíptico, o revelaciones de Dios. Aparen­temente, todo el material en 1: 7-6: 15 se proclamó en el mismo día. Consiste de una serie de visiones simbólicas, escritas en términos altamente figurados.

Zacarías tuvo estas visiones "de noche" (1:8). Cal­kins ha comentado de manera muy atractiva esta expre­sión: "La inspiración de la profecía apocalíptica está en que cuando es de noche y otras personas pueden ver so­lamente tinieblas y oscuridad, los videntes de Dios des­cubren los poderes divinos operando en favor de la re­dención humana."

a.            Los Exploradores de Dios. Las visiones son ocho. La primera (1:7-17), pudiera llamarse "los exploradores de Dios." El profeta vio entre los mirtos de una hondo­nada cerca de Jerusalén, lo que parecía ser un grupo de jinetes persas en viaje de exploración y reconocimien­to. Pero pronto descubrió que eran ángeles explorado­res de Dios, reconociendo los asuntos terrenales. Y ¿cuál era su informe al jefe "Hemos recorrido la tierra y he aquí, toda la tierra está reposada y quieta" (1:11).

(1) Quietud Antes de la Tormenta.

Hay dos maneras de interpretar esta visión. En rea­lidad, el período fue bastante alborotado. Cuando Darío ocupó el trono en el 522 A.C. después de la muerte de Cambises, tuvo que aplastar una revolución tras otra. Aparentemente, vino un período de calma en la tormen­ta. Pero la calma estaba cargada con presagios para lo futuro.

(2) Adelante a Toda Velocidad.

Otra interpretación relacionaría esta visión a la ta­rea de reconstruir el templo. La oposición estaba aca­llada y el trabajo podría proseguirse en paz: "Será edi­ficada mi casa" (1: 16). Las ciudades de Judá rebosa­rían de prosperidad.

b.            Los Obreros de Dios. La segunda visión (1: 18-21), podría llamarse "los obreros de Dios." El profeta vio cuatro cuernos y cuatro carpinteros. Los cuatro cuer­nos representan a todos los enemigos de Israel, sus ene­migos de todas las direcciones. Pero los carpinteros de Dios están ocupados destruyendo los cuernos. Aquellos que un día esparcieron al pueblo de Dios, son ahora que­brantados por el poder de Dios.

Estas dos visiones se suplementan. La primera en­seña que Dios nos vigila amorosamente en cada instante. La segunda nos dice que los obreros de Dios están siem­pre con la mano puesta en la obra, y que el poder de las tinieblas será inevitablemente destrozado.

c.            El Hombre con un Cordel de Medir. La tercera visión (c. 2), es la visión de la ciudad sin murallas. Za­carías vio a un hombre con una cuerda para medir en su mano, que se disponía para medir el ancho y el lar­go de Jerusalén. Pero un ángel le fue enviado para in­dicarle que las antiguas medidas no serían suficientes para la gran cantidad de habitantes que la ciudad ten­dría en lo futuro. Jerusalén sería como las aldeas sin murallas, extendiéndose por los lomeríos.

La relación de la visión en sí (2:1-5) termina con una bellísima declaración: "Yo seré para ella, dice Je­hová, muro de fuego en derredor, y seré por gloria en medio de ella" (2:5). Nuestra mejor defensa no son las murallas de piedra, ni de acero, sino la gloria de la presencia de Dios.

La visión viene seguida por un poema lírico (2:6-13), en el cual Dios asegura a Israel su protección. El corto pasaje está repleto de preciosas promesas. El Señor dice a su pueblo: "El que os toca, toca a la niña de su ojo" (v. 8). Qué cuadro tan claro de un cuidado amoroso. El poema termina con una palabra que combina el con­suelo, y la advertencia: "Calle toda carne delante de Je­hová; porque él se ha despertado de su santa morada."

d.            Josué y Satanás. La cuarta visión (c. 3), es la de "Josué y Satanás." El profeta vio a Josué, el gran sa­cerdote, de pie ante el ángel del Señor. Esto es, en la pre­sencia de Dios. La segunda parte del primer versículo está traducido con mucha exactitud: "Satán estaba a su mano derecha para serle adversario." La palabra "Sa­tán," significa "adversario."

La figura es la de una escena de juicio. Los judíos creían que aquellos que se veían fustigados por el infor­tunio, habían sido acusados por el adversario, como en el caso de Job. Las muchas desgracias de los días del exilio, y posteriores, habían hecho que el pueblo hebreo se preguntara si acaso Satanás no estaría acusándolos delante de Dios. Pero por medio de esta visión, el pro­feta aseguró a la gente que Dios había reprendido al adversario y había defendido a los suyos, "un tizón arre­batado del infierno" (v. 2).

Pero quedaba otro problema. Josué estaba cubierto de trapos inmundos. Era urgente obtener purificación tanto como perdón. Por esta razón le mandaron su vesti­dura y el profeta agregó: "Pongan mitra limpia sobre su cabeza," lo cual se hizo inmediatamente. Ahora, el gran sacerdote estaba en pie, vestido con vestiduras lim­pias y coronado, un símbolo del Mesías venidero. La re­lación se sugiere en el versículo ocho: "He aquí yo trai­go a mi siervo, el Pimpollo."

Es probable que la piedra mencionada en el verso nueve simbolice el templo terminado. Los "siete ojos" en la piedra tipifican el cuidado absoluto de Dios sobre los suyos. El los vigila con tierno amor.

El cuadro final del tercer capítulo es una imagen de paz y prosperidad: "En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, cada uno de vosotros llamará a su compañero debajo de la vid, y debajo de la higuera." Es el día del reinado del Mesías.

La lección central de la cuarta visión es que la pu­rificación moral debe preceder a la paz y la prosperidad; Dios no puede derramar sus bendiciones sobre un pue­blo inmundo. Cuánto se necesita este mensaje en nues­tros días.

e.            El Candelero del Templo y las Dos Ramas de Olivas. La quinta visión (c. 5), es la visión "del Cande­lero del Templo y las Dos Ramas de Olivas." El ángel despertó al profeta para que comprendiera enteramen­te bien la nueva visión. Ante él estaba el templo ilumi­nado por el candelero de oro. Las siete lámparas eran ali­mentadas de aceite por siete canales que traían el acei­te directamente de dos ramas de olivas. Estas dos ramas de olivas-que tenían perplejo al profeta en particular (vrs. 11-13) -son los dos ungidos, o "hijos de aceite," Josué y Zorobabel.

Así como la visión anterior fue especialmente para consuelo de Josué, esta otra visión lleva el propósito de alentar a Zorobabel. El mensaje de Dios para él ha ser­vido como exhortación y consuelo a todas las genera­ciones posteriores. El versículo seis es uno de los pasa­jes más grandes en el Antiguo Testamento: "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos." La energía más poderosa en el mundo no es la potencia militar, ni el poderío fanfarrón, antiguo o atómico, sino el Espíritu de Dios. Una de las más claras tergiversaciones de la religión ha sido el cam­bio que la iglesia ha hecho en ocasiones, de armas car­nales por potencia espiritual.

El versículo diez contiene otra expresión citada muy a menudo: "los que menospreciaron el día de las peque­ñeces." Aunque los principios del segundo templo apa­recían despreciables, Dios capacitaría a Zorobabel pa­ra terminar su hazaña.

Esta visión describe a la nación recibiendo su luz tanto de los dirigentes civiles como de los religiosos. El gobernador y el sacerdote por igual habrían de buscar el bienestar del pueblo.

f.             El Rollo Volador. La sexta visión (5:1-4), es la visión "del Rollo Volador." Este rollo era grande, como de diez por cinco metros. En él se encontraban escritos los crímenes de la gente, especialmente el robo y el en­gaño. El rollo traía una maldición sobre el hogar de todo ladrón y de todo mentiroso. Todos los pecadores debe­rían ser cortados, y, como en la cuarta visión, se recalca el hecho de que la nación debe ser purificada de sus pecados.

g.            El Epha. La séptima visión (5:5-11), describe lo que Paterson ha llamado "Doña Maldad." El profeta vio un Epha, o medida de siete galones. Súbitamente, la cu­bierta se levantó y vio a una mujer sentada sobre el ba­rril. Esta mujer fue arrojada adentro del epha, ence­rrada, y dos mujeres la elevaron y volaron con ella ha­cia Babilonia.

El significado es que el pecado será purgado de sobre la tierra. George Adam Smith señala que, mientras que la visión anterior trató de las transgresiones actuales, esta visión tipifica la remoción del principio de pecado. No es suficiente que nos sean perdonados los pecados. Debe haber una purificación del corazón arrancando la raíz misma del pecado.

h.            Los Cuatro Carros. La octava visión (6: 1-8), es la de "Los Cuatro Carros." Estos carros representan "los cuatro vientos de los cielos" (v. 5). Alguna versión tra­duce: "espíritu," en lugar de vientos, siendo que el tér­mino hebreo es el mismo para los dos vocablos. Estos cuatro vientos protegen al pueblo de Dios en todas di­recciones. El carro con los caballos negros salió hacia el norte. El carro de los caballos blancos lo siguió, o, co­mo traducen algunos, "salió hacia el oeste." El cuarto carro, con los caballos overos, o del color del melocotón, se dirigió hacia el sur. No ha sido posible entender qué significa "los rucios" o de color blanquecino, pues que el término hebreo significa "fuertes."

La visión termina con la declaración de que las con­diciones en el norte se han calmado. En esa dirección quedaba la peor amenaza contra la seguridad de Judá, porque el centro del poderío mundial radicaba en el nor­te. Egipto, en el sur, no era una potencia temible en aquel entonces.

A la serie de ocho visiones sigue un corto epílogo (6:9-15), que describe una coronación. El gran sacer­dote Josué, está para ser coronado (algunos eruditos creen que la referencia debería ser a Zorobabel). El pa­saje tiene implicaciones mesiánicas. De nuevo encontra­mos la alusión al "Pimpollo" (v. 12). El templo será reconstruido. La terminología del versículo quince parece extender la vista hacia la era cristiana, por su aplica­ción espiritual.

3.            EL ASUNTO DEL AYUNO

El capítulo séptimo se abre con otra fecha definida en el ministerio de Zacarías. Este mensaje se presentó en diciembre de 518 A.C. Por esto sabemos que el minis­terio profético de Zacarías cubrió dos años, ya que su primer mensaje tiene la fecha de noviembre del 520 A.C. Es probable que su ministerio haya continuado por mu­cho tiempo todavía.

Una comisión llegó a Jerusalén para solicitar con­sejo de los sacerdotes y los profetas. "¿Lloraremos en el mes quinto ¿Haremos abstinencia, como hemos he­cho ya algunos años" (7:3). El hecho de que hayan llegado en el noveno mes, sugiere la probabilidad de que las preguntas vinieran de Babilonia, ya que el viaje se tomaba varios meses. Al responderles, el profeta men­ciona el ayuno del mes séptimo, y también el del mes quinto.

a.            La Cautividad ha Pasado. Ellos habían obser­vado estos ayunos por setenta años (7:5). Generalmente se fijan los setenta años de la cautividad babilónica, en­tre los años 606-536 A.C. Pero la única referencia al 606 A.C. -"el año tercero del reinado de Joacim, rey de Judá"- la encontramos en Daniel 1:1. En Reyes, Crónicas o Je­remías-los tres libros que registran el término de la historia de Judá-no se hace mención alguna de esta in­vasión de Nabucodonosor. Es claro que los setenta años mencionados aquí se refieren al período cuando el tem­plo estuvo en ruinas después de su destrucción en el 587 A.C. Si preferimos una fecha mejor conocida-586 A.C. -sería entonces más apropiado fijar la cautividad babi­lónica en los años 586-516 A.C. (casi todos los eruditos aceptan el año 516 A.C. como la fecha en que se terminó el segundo templo). Si queremos ser exactos, bien po­demos decir que los setenta años mencionados en Zaca­rías 7: 5, fueron los años de 587-518 A.C.

b.            La Religión Debe ser Moral. Sin embargo, mu­cho más importante que las fechas es la verdad imperece­dera, pero siempre actual, que contiene la respuesta del Señor por medio de su profeta. Dios no deseaba el ayu­no de los alimentos, sino la abstinencia de la injusticia. "Juzgad juicio verdadero, y haced misericordia y pie­dad cada cual con su hermano: No agravéis a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano" (7:9-10). Esta es la clase de ayuno agradable a Dios. El pasaje nos recuerda las palabras muy semejantes de Isaías en su capítulo 58. La gente se inclina siempre a ofrecer acti­tudes religiosas en lugar de vidas religiosas. Uno de los énfasis más pronunciados de los profetas hebreos, co­mo también de la predicación del Señor Jesús, es que la religión significa justicia, rectitud. Una religión sin prin­cipios éticos es peor que inútil.

El capítulo octavo es uno de los pasajes más bellos del Antiguo Testamento. Describe las glorias del rei­nado del Mesías. No obstante, esas bendiciones no pue­den disfrutarse sin verdad y justicia (vrs. 16-17). En­tonces, los ayunos serán verdaderamente fiestas (v. 19).

El ayuno del cuarto mes conmemoraba la caída de Jerusalén en el 587 o el 586 A.C. (Jeremías 52:6); el del quinto mes, la quema del templo (Jeremías 52:12); el del mes séptimo, el asesinato de Gedalías (Jeremías 41:1-2), quien fue nombrado como gobernador sobre Ju­dá por los babilonios; el del mes décimo, el principio del sitio de Jerusalén (II Reyes 25:1). Ha de observarse que todos estos ayunos estaban relacionados con la gran catástrofe, la destrucción de Jerusalén por los ejérci­tos de Nabucodonosor.

4.            LA UNIDAD DE ZACARIAS

Durante los últimos trescientos años se ha puesto en tela de duda la unidad de la profecía de Zacarías. Los primeros ocho capítulos están cuidadosamente fechados, pero el resto del libro-los capítulos 9 al 14-parecen ha­ber sido escritos en un período distinto. Los eruditos es­tán en desacuerdo sobre si se escribieron antes o des­pués de la primera parte. Los liberales sostienen que estos capítulos no fueron anotados por la pluma de Za­carías, pero los eruditos conservadores han sugerido la posibilidad de que los escribiera en su vejez.

Dado que el nombre del profeta no se menciona en los capítulos 8 al 14, nuestra creencia en la inspiración divina no nos ata a ninguna teoría sobre quién haya sido el autor. Pero nos parece más adecuado sostener la unidad del libro.

5.            LA ESPERANZA MESIANICA

Esta sección contiene notablemente un número gran­de de pasajes mesiánicos. La llamada Entrada Triunfal de Cristo en Jerusalén se profetiza en 9:9, y se cita en Mateo 21:5. La expresión "Mirarán a mí, a quien tras­pasaron" (12:10), se cita en Juan 19:37.

El capítulo trece contiene cuando menos dos refe­rencias mesiánicas sorprendentes. El primer versículo declara "En aquel tiempo habrá manantial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalén, para el pecado y la inmundicia" (13:1). El versículo sex­to tiene un tono triste: "Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos."

El libro se cierra con una imagen de la santidad triunfante. "En aquel tiempo estará sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVA; y las ollas en la casa de Jehová serán como los tazones delante del altar. Y será toda olla en Jerusalén y en Judá santidad a Jehová de los ejércitos."

B.           Malaquías-Cuando la Gente es Tacaña con Dios

Nombre: "Mi mensajero."

Fecha: Alrededor del 450 A.C.

Lugar de su ministerio: Jerusalén.

División del Libro:

I.            Pecados de los Sacerdotes y del Pueblo (capítulos 1-2).

II.           Castigos y Bendición (capítulos 3-4).

Versículos sobresalientes para memorizar: 3:8; 3:16, 17.

Yo os he amado, dice Jehová;

Y dijisteis: ¿En qué nos amaste

Con esta declaración divina y esta respuesta huma­na se abre el libro de Malaquías. Dios afirma su amor; Israel desafía la afirmación. ¿Qué sucede

Probablemente podamos encontrar la respuesta en los dichos de los dos profetas anteriores. Predijeron que las bendiciones de Dios estaban para derramarse sobre el pueblo redimido y purificado. Pero pasaron varias décadas y las profecías de esperanza permanecían sin cumplirse. Los días se habían vuelto tediosos y lentos. Era un período de decepción, de desilusión, de desalien­to, de esperanzas deshechas y corazones quebrantados.

La respuesta del pueblo en forma de interrogación parece amarga. Suena sarcástica, casi petulante.

Quizá lo mejor que podamos decir sea que tenemos aquí una explosión de amarga decepción debido a los sueños rotos. A menudo el margen entre las lágrimas y la ira es muy estrecho. Las primeras al borde de la se­gunda. Con frecuencia la decepción se expresa en re­prensión. Es probable que los largos días de tediosa es­pera hayan dejado al pueblo lleno de dudas y embotado.

El profeta tiene una respuesta, la prueba del amor de Dios. La primera evidencia es Edom. Dios ha escogi­do a Jacob y rechazado a Esaú. Ved lo que ha sucedido a los edomitas, los descendientes de Esaú. Poco después del principio de la cautividad babilónica, los árabes na­bateos los echaron fuera de su tierra y destruyeron cuan­to encontraron. Ni siquiera se les permitió regresar a su tierra, como le fue permitido hacer a Israel. No, el infor­tunio de Judá no podía compararse con el de Edom. Dios amaba aún a su pueblo escogido.

Después de este "round" con la gente (1:2-5), el profeta vuelve su atención a los sacerdotes (1:6-14). Los censura por la pobre opinión que tienen de la majes­tad de Dios. No muestran a Dios ni siquiera el respeto que un hijo tiene para su padre, o un criado para su amo. Y entonces los acusa directamente de despreciar el nombre del Señor.

Inmediatamente, el aire se vuelve denso. Casi po­demos ver a los sacerdotes montar en cólera y erizarse de resentimiento. "¿En qué hemos menospreciado tu nombre"

Cualquiera que sea el manto de bondad que poda­mos prender sobre el "¿en qué" del pueblo en el verso dos, parécenos que no es posible ofrecer apología alguna aquí. El tono de voz es definitivamente petulante, sar­cástico, rencilloso, insolente. Casi nos parece oír una ac­titud respondona. Esta es la fanfarronería que raya en blasfemia.

La conversación continua revela claramente que es­ta fue la reacción de los sacerdotes. Cuando Dios res­pondió su primera réplica con: "Ofrecéis sobre mi altar pan inmundo," ellos protestaron inmediatamente: "¿En qué te hemos amancillado" Cuando la gente responde a Dios de esta manera, es porque el pecado la ha en­durecido.

¿Cómo habían amancillado a Dios y a su casa "En que decís: la mesa de Jehová es despreciable." El des­precio por las cosas sagradas es la mayor bajeza en la religión.

1.            EL METODO DE MALAQUIAS

La expresión "decís," o "dijisteis," es la clave del libro. El autor usa el método didáctico-dialéctico; afir­ma algo y presenta enseguida una supuesta objeción en la forma de una pregunta precedida de "decís," o "dijisteis." A esto sigue una refutación de la objeción, probando la proposición original. A través del libro en­contramos alrededor de siete ejemplos señalados de este método (1:2-3, 6-7; 2: 10-16, 17; 3: 7, 8, 13-14). La lectura de estos pasajes revelará la fuerza de este método de ar­gumentación.

No es que el profeta inventara las objeciones. Sin duda alguna las había escuchado o cuando menos habla visto ejemplos evidentes de actitudes que expresaban tales ideas.

2.            EL PECADO DE LOS SACERDOTES

¿En qué forma demostraron los sacerdotes su des­precio por Dios y su casa Ofreciendo animales ciegos, cojos y enfermos para el sacrificio. ¿Ofrecerían ellos es­tos animales al gobernador ¿Los aceptaría él Enton­ces, ¿deberían ofrecerlos a su Dios

Mientras que los gentiles alababan el nombre de Dios (1: 11), los judíos lo profanaban. ¿Cómo "En que decís: La mesa de Jehová es despreciable." Pero eso no era lo peor. "Habéis además dicho ¡oh qué trabajo! y lo desechasteis." ¡Qué actitud tan insolente!

En 2:1-9, el profeta produce una nueva acusación en contra de los sacerdotes. Es su deber instruir al pue­blo en la ley (v. 7), pero en lugar de ello, ni siquiera ellos mismos han guardado la ley, y de esta manera han hecho que el pueblo yerre (v. 8).

3.            EL PECADO DEL DIVORCIO

De nuevo el profeta se vuelve a los laicos (2: 10-16), y reprende a la gente por su pecado del divorcio. Dios declara que ya no le interesan sus ofrendas (v. 13). "Mas diréis: ¿Por qué Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu mocedad, contra la cual tú has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pac­to." Este profeta tenía ideas muy elevadas sobre el ma­trimonio, y odiaba el divorcio, como el Señor Jesús. Para ambos, el matrimonio era un arreglo para toda la vida. El mensaje de Malaquías es urgente en este día, cuan­do es tan fácil divorciarse.

Dios avisa que el castigo es inminente debido al pe­cado (2: 17-3: 6). Ellos habían rendido un servicio de labios para afuera, pero eso no expiaba sus pecados. "Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y diréis: ¿En qué le hemos cansado Cuando decís: Cualquiera que mal hace, agrada a Jehová, y en los tales toma contentamiento; de otra manera ¿dónde está el Dios de juicio"

4.            "MI MENSAJERO"

La última pregunta encuentra respuesta inmediata en los primeros versículos del capítulo tres. Una parte del versículo se cita en los evangelios sinópticos, y se aplica a Juan el Bautista. Hemos de notar que la ex­presión Malaquías, significa "mi mensajero," en hebreo. Es exactamente la misma forma de 1:1. No hay manera alguna de saber si se aplica como nombre propio, o co­mo sustantivo común, como en este pasaje. Si este es el caso, entonces el libro es anónimo. Esta es la forma en que la Septuaginta traduce 1:1, que es el encabezado del libro. Pero es probable que el autor haya adoptado el nombre Malaquías en el principio de su ministerio público.

El primer versículo del tercer capítulo anuncia que "Vendrá a su templo el Señor." Y para que nadie tome estas palabras de manera superficial, el profeta descri­be el carácter de Dios y el propósito de su venida. "Y ¿quién podrá sufrir el tiempo de su venida ¿Quién po­drá estar cuando él se mostrará Porque El es como fuego purificador y como jabón de lavadores. Y sen­tarse ha para afinar y limpiar la plata." Cuando el Se­ñor venga probará y purificará a su pueblo, pero con­tra los impíos vendrá con castigo apresurado (v. 5).

Esta advertencia viene seguida de una súplica de arrepentimiento y una reprensión por el olvido del diez­mo (3:7-12). "Dijisteis" se menciona aquí dos veces en versículos sucesivos. "Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de tornar"

5.            EL DIEZMO

Al responder, Dios revela al pueblo otro pecado que le impide a El bendecirlos. Para regresarse a El deben cesar de transgredir la ley. "¿Robará el hombre a Dios Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado Los diezmos y las primicias."

En algunos, una sensación extraña les recorre la es­palda tan pronto como oyen la mención de este tema pro­hibido. Pero una de las pruebas más seguras de la con­sagración cristiana es nuestra actitud hacia el dinero. Es enteramente inconsistente que una persona afirme amar a Cristo, pero se rehúse a ofrendar el diezmo. El diezmo es solamente el reconocimiento de que Dios es nuestro dueño y dueño de todo lo que poseemos. Re­husarnos a pagar el diezmo es negar que El sea el dueño.

Evidentemente, el pueblo objetó ruidosamente, por­que Dios continúa: "Vuestras palabras han prevalecido contra mí, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti Habéis dicho: por demás es servir a Dios."

La gente afirma que el impío tiene mejor suerte que el justo (v. 15). Es otra manera de decir: "¿Dónde está el Dios de juicio" (2:17). Algunas personas espe­ran que Dios haga balance todos los sábados por la tarde. La respuesta de Dios es que El conoce a los suyos (vrs. 16-17), y que eventualmente todos podrán ver la diferencia entre el justo y el malo (v. 18). Las promesas de los versículos 16 y 17 han sido de gran consuelo al pueblo de Dios en horas de tentación y prueba. En el cielo se lleva un registro cuidadoso de todos los que confían en el Señor ("Confiar" en el Antiguo Testa­mento, se relaciona con "creer" en el Nuevo Testamento).

6.            EL MESIAS VIENE YA

El último capítulo de Malaquías es breve. Se abre con una declaración del juicio venidero, que será ardien­te como un horno. Pero a él sigue inmediatamente la seguridad de que a "vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salud." La venida del Cristo será como la aurora del sol, que pro­vee vida, luz y calor. Cada amanecer proclama las glo­rias de nuestro Cristo. Hemos de iniciar cada día con una realización nueva de su presencia para iluminar nuestro sendero, para alentar nuestro corazón y para llenarnos con el sentido de la grandeza de Dios.

El libro se cierra con la profecía de que Elías apa­recerá "antes que venga el día de Jehová, grande y te­rrible." Así encontramos de nuevo esta frase que es tan prominente en los profetas menores. No se nos deja en duda sobre la certeza de la venida del Señor, pero al mis­mo tiempo se nos asegura que Dios hará lo mejor por avisar a los hombres y procurar que se vuelvan a El.

Y así llegamos al término de nuestro estudio sobre los doce profetas menores. Fueron varones cuyos men­sajes eran temporales y eternos. Predicaron a sus tiempos y a todas las generaciones. Los pecados que reprendieron son los mismos que acosan a la humanidad hoy día. To­davía es verdad que la esencia del pecado es el egoísmo y la voluntariedad. Los hombres se inclinan aún a aban­donar a Dios y seguir sus deseos torcidos. Y aún el amor de Dios, inmutable, llama al arrepentimiento y ofrece salvación.

Las diferencias entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, parecen a veces muy agudas en la superficie. Pero un estudio más detenido revela inevitablemente que la naturaleza de Dios es la misma, y que la naturaleza humana también es la misma. El pecado sigue siendo esencialmente el mismo de siempre y la salvación es una obra divina, y siempre lo ha sido. El tema central del Antiguo Testamento, tanto como el del Nuevo Tes­tamento, es la redención.

A la luz de las condiciones religiosas, morales, socia­les y económicas de nuestra vida, no podemos menos que reafirmar de nuevo nuestra convicción de que los profe­tas menores tienen verdaderamente un mensaje moderno para estos tiempos en que vivimos. Necesitamos que el eco de sus palabras llegue hasta los oídos de nuestros con­temporáneos. Ojalá que su ministerio profético continúe.

Preguntas Para Discusión

1.            ¿Cuál es la actitud cristiana hacia el ayuno

2.            ¿Cuáles son los requisitos de la paz mundial

3.            ¿Por qué se llama a Malaquías el "Sócrates" hebreo

4.            ¿Por qué debemos diezmar

5.            ¿Cuál es la primera mención que se hace del diezmo en la Biblia

6.            ¿Cuál fue la actitud de nuestro Señor hacia el diezmo (véase Lucas 11:42).