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Conozca los Profetas Mayores, Cap. 6

EL PROFETA APOCALIPTICO

DANIEL

Nombre: "Dios ha juzgado"

Fecha de los Eventos: cerca de los años 606-536 A.C.

Lugar de su Ministerio: Babilonia

División de su Libro:

La Historia de Daniel (capítulos 1-6)

Visiones de Daniel (capítulos 7-12)

Versículos Para Memorizar: 1:8; 12:3, 10

INTRODUCCION

El Libro de Daniel ha sido objeto de más contro­versia que casi cualquier otro libro en la Biblia. La ma­yoría de los eruditos liberales lo sitúan en el segundo siglo antes de Cristo, alrededor del año 165. Esto se debe a que describe en detalle los cambios de escena de ese período. Los conservadores sostienen el punto de vista judío y cristiano, de que el libro se escribió por Daniel en el sexto siglo A.C., quien por inspiración di­vina, pudo ver el futuro por varios siglos. Uno tiene que creer en lo sobrenatural a fin de aceptar a Daniel co­mo el autor de este libro.

Edward Young- ampliamente reconocido como el erudito conservador de mayor calibre en asuntos del An­tiguo Testamento-ha dado las razones que tenemos pa­ra sostener que Daniel escribió el libro que lleva su nombre. El ha dado en sus obras una respuesta adecua­da a los argumentos de los que niegan que Daniel es­cribió el Libro de Daniel.

I.            HISTORIA DE DANIEL (capítulos 1-6)

A.           LA CAUTIVIDAD DE DANIEL (capítulo 1)

El principio de la cautividad de Daniel está fecha­do "En el año tercero del reinado de Joacím" (v. 1). Esto sería el año 606 ó 605 A.C. Aquí se afirma que Nabu­codonosor, el rey de Babilonia, invadió a Judá y sitió a Jerusalén. Habiendo tomado la ciudad-no la destruyó sino hasta veinte años más tarde-tomó "parte de los vasos de la casa de Dios" (v. 2) y los llevó a la tierra de Sinar (Babilonia), donde los puso en la casa de sus dioses.

Nabucodonosor también ordenó que algunos de los jóvenes de la familia real fueran llevados a Babilonia, donde serían instruidos en la sabiduría del palacio im­perial. Entre ellos estaban Daniel y sus tres amigos. Así que Daniel era un príncipe de Judá. A los cuatro jó­venes se les dio nombres babilónicos (v. 7). Algo cu­rioso, mientras Daniel se conoce siempre por su nom­bre hebreo, los otros tres se conocen por sus nombres babilónicos-Sadrach, Mesach, y Abed-nego (véase 3:12-20).

Una de las lecciones espirituales sobresalientes del libro se encuentra en el versículo ocho del capítulo pri­mero: "Y Daniel propuso en su corazón de no conta­minarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber." Fue una gran decisión para un joven-cau­tivo en una tierra extraña, y lejos de la influencia pia­dosa de sus familiares y amigos. Fue una decisión va­liente, que muy bien le podría haber costado la vida. Rodeado por religiones y normas morales paganas, este joven permanece como un ejemplo inspirador para los jóvenes de todas las generaciones. Daniel vivió de acuer­do a convicciones que Dios le había dado, y ése ha sido siempre el precio que hay que pagar para obtener la bendición divina.

Puesto que Daniel permaneció fiel, descubrió que Dios estaba de su lado y le puso en favor con el prínci­pe de los eunucos (v. 9). El encargado de los cuatro jó­venes hebreos, al fin consintió en que tuvieran una dieta de agua y vegetales por espacio de diez días. Al fin de este período los cuatro jóvenes se veían mejores que los que habían sido alimentados con el alimento ordenado por el rey (v. 15). Así que se les permitió continuar con la dieta que ellos habían escogido.

Los cuatro jóvenes hebreos no sólo prosperaron fí­sicamente, sino que "dióles Dios conocimiento e inteli­gencia en todas letras y ciencia" (v. 17). Daniel fue hon­rado con un don especial: "entendimiento de toda visión y sueño."

Al fin del período de tres años de prueba (véase v. 5), el príncipe de los eunucos trajo a todos los prín­cipes hebreos delante del rey. Nabucodonosor descu­brió que Daniel y sus tres amigos eran más sabios que todos los otros. Así que fueron retenidos en la presen­cia real. El rey se dio cuenta de que en sabiduría e in­teligencia eran "diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino" (v. 20).

El último versículo de este capítulo introductorio dice que "fue Daniel hasta el año primero del rey Ciro." Pero una visión está fechada en "el tercer año de Ciro rey de Persia" (10: 1). Eso sería alrededor del año 536 A.C.

B.           EL SUEÑO DE NABUCODONOSOR DE UNA IMAGEN (capítulo 2)

Muchas interpretaciones se han dado de este y los capítulos siguientes de Daniel. A fin de no confundir al lector con una variedad de interpretaciones, nos pareció mejor, para simplificar el asunto, adoptar la interpre­tación más ampliamente aceptada por los premilenia­listas hoy día.

1.            El Dilema del Rey (vrs. 1-11). En el segundo año de su reino, Nabucodonosor tuvo un sueño que le turbó mucho. Desgraciadamente, no podía recordarlo. Sin embargo, demandó de sus sabios que le dijeran su significado.

Los caldeos (los sabios) contestaron al rey "en arameo." Una de las características sobresalientes del libro de Daniel es que una gran parte del mismo (2:4- 7: 28) está escrito en arameo-un lenguaje semita rela­cionado con el hebreo, pero diferente. Los judíos apren­dieron el arameo en Babilonia y lo llevaron a Palestina, donde se convirtió en el idioma principal durante el tiempo de Cristo. Hoy día, el idioma común de Israel es otra vez el hebreo.

2.            La liberación de Daniel (vrs. 12-24). Enojado porque los caldeos no podían decirle su sueño y su in­terpretación, Nabucodonosor ordenó que todos los hom­bres sabios fueran ejecutados. Pero antes de que la es­pada cortara su cabeza, Daniel escapó de una muerte segura. Pidiendo que se le diera tiempo (v. 16), llamó a sus tres amigos para orar.

Aquella misma noche, mediante una visión, Dios re­veló a Daniel el sueño y su interpretación. Después de dar gracias a Dios (vrs. 20-23), Daniel pidió que se le trajera ante la presencia del rey.

3.            El Revelador de Misterios (vrs. 25-30). El rey preguntó al joven hebreo si él podría interpretar el sue­ño. Daniel se despojó de toda pretensión de sabiduría humana (v. 30), pero declaró que "hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios" (v. 28). Este Dios estaba mostrando a Nabucodonosor lo que pasaría en el futuro. La ocasión del sueño era la preocupación del rey acerca de lo que pasaría con su imperio (v. 29).

4.            El Sueño (vrs. 31-35). Nabucodonosor había so­ñado una gran imagen, con forma de hombre. La cabeza era de oro, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de metal (bronce), sus piernas de hierro, y sus pies de una mezcla de hierro y barro cocido. Una piedra "cortada, no con mano," golpeó y destruyó la imagen. Luego se convirtió en una gran montaña que llenaba la tierra.

5.            La Interpretación (vrs. 36-45). La imagen re­presentaba cuatro imperios: (1) babilónico-"tú eres aquella cabeza de oro;" (2) el medo persa; (3) el grie­go; (Greco) -de Alejandro el Grande y sus sucesores; (4) el romano. La mezcla de hierro y barro cocido (dic­tadura y democracia) recibe la mayor atención (vrs. 41-43). Pero todos estos imperios serán derrocados y destruidos por el reino de Dios, el cual "permanecerá para siempre" (v. 44).

6.            La Recompensa de Daniel (vrs. 46-49). Con una extravagancia típica del oriente antiguo, el rey adoró a Daniel. Luego lo puso por "gobernador de toda la pro­vincia de Babilonia, y por príncipe de los gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia" (v. 48). A los ami­gos de Daniel también se les dio una posición elevada.

C.           EL HORNO DE FUEGO (capítulo 3)

1.            La Imagen de Oro (vrs. 1-7). Lleno de orgullo como estaba, el rey mandó hacer una gran imagen de oro de veinte metros de altura. Luego llamó a todos los oficiales de su reino para un gran servicio de dedicación. Un heraldo proclamó la orden del rey de que cuando la música comenzara, todos los presentes deberían incli­narse y adorar la imagen.

2.            La Gran Negación (vrs. 8-18). Los tres amigos de Daniel arriesgando sus vidas (véase v. 6), se negaron a adorar la imagen. También se negaron en una segunda oportunidad. No hay fe y fidelidad más grandes que las que se describen en los versículos 17 y 18: "Nuestro Dios... puede librarnos... y nos librará... Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco honraremos la estatua que has levantado." Esa clase de valor y fe son absolutamente inconquistables.

3.            El Horno de Fuego (vrs. 19-23). El rey estaba tan airado que ordenó que el horno se calentara siete veces más de lo normal. Los hombres más fuertes del ejército fueron nombrados para atar a los tres rebeldes y arrojarlos al fuego. Tal era el calor del horno, que es­tos tres oficiales militares murieron quemados con sólo acercarse a él (v. 22).

4.            La Gran Liberación (vrs. 24-30). De repente, el rey se puso de pie y clamó sobresaltado, al ver a cuatro hombres caminando tranquilamente dentro del horno de fuego. Con gran temor y respeto, ordenó que los jóvenes hebreos fueran sacados del horno. Cuando los examinaron, no tenían ni siquiera el olor del fuego.

La lección de este incidente es demasiado clara como para pasarse por alto. Como hijos fieles de Dios, nunca nos encontramos en el horno de fuego de la aflicción de cualquier clase-físico, financiero, social o de cual­quier otra clase-sin la seguridad de que el Hijo de Dios, Amor Eterno, camina a nuestro lado. Y todo lo que el fuego puede hacernos es quemar las ligaduras que nos limitan, y así liberarnos para un servicio y un compañerismo más grande. Esta historia ha sido una inspiración para incontables generaciones de cristianos.

D.           EL SUEÑO DEL ARBOL (capítulo 4)

1.            El Sueño (vrs. 4-18). La segunda visión, o sue­ño, de Nabucodonosor concernía más al futuro cercano que el anterior. Esta vez, el rey recordaba el sueño, pero aun así los sabios no podían interpretarlo. Así que llamó a Daniel para que le diera su interpretación.

El rey había visto un gran árbol que llegaba hasta el cielo. Pero un vigilante, un santo, descendió del cie­lo para decretar que el árbol sería cortado. Por espacio de siete años (v. 16) la persona representada por las cepas de las raíces que habían sido dejadas; moraría con las bestias del campo "para que conozcan los vivientes que el Altísimo se enseñorea del reino de los hombres" (v. 17).

2.            La Interpretación (vrs. 19-27). El árbol era Na­bucodonosor quien se había exaltado a sí mismo con or­gullo. Pero sería humillado a un estado de anormalidad mental por siete años (v. 25), después de lo cual sería restaurado (v. 26). Daniel luego rogó al rey que se arrepintiera y evitara así la calamidad.

3.            El Cumplimiento (vrs. 28-37). Un año más tar­de, el rey estaba proclamando jactanciosamente que él había edificado la magnífica ciudad de Babilonia-los esplendores de la cual la arqueología ha revelado sin medida-cuando el decreto de la condena se cumplió. Por espacio de siete años, el rey vivió una vida demente en medio de las bestias del campo. Cuando se le res­tauró a su mente normal, adoró al Dios verdadero.

E.           LA FIESTA DE BELSASAR (capítulo 5)

1.            El Sacrilegio (vrs. 1-4). En una gran fiesta da­da en honor de mil de sus príncipes, Belsasar ordenó que se trajeran los vasos del templo de Jerusalén. Mien­tras que la orgía continuaba, los invitados tomaban vino con los vasos sagrados y alababan a los dioses paganos.

2.            La Escritura en la Pared (vrs. 5-16). De repente, las rodillas del rey comenzaron a temblar debido al miedo. En la pared del lado opuesto, los dedos de la mano de un hombre estaban escribiendo unas palabras. En medio de su terror, el rey llamó a los sabios, pero ellos no pudieron interpretar su significado. Al fin, la reina mencionó a Daniel. Inmediatamente fue traído al palacio y se le ofreció una gran recompensa si leía e in­terpretaba la escritura.

3.            La Interpretación (vrs. 17-31). Daniel predicó al rey acerca de sus pecados. Luego le declaró que su reino sería conquistado y sería dado a los medos y a los persas (v. 28). Belsasar honró a Daniel con una re­compensa adecuada. Pero esa misma noche Babilonia fue tomada por el enemigo y el rey fue muerto.

Hace una generación, la veracidad del libro de Daniel se puso en tela de duda porque parecía afirmar que Belsasar había sido el último rey del imperio ba­bilónico. Los registros seculares nombran a Nabonido como el último rey, y ni siquiera mencionan a Belsasar.

Pero al fin la verdad salió a luz. Algunas tablas de Nabonido fueron descubiertas en las cuales cuenta de su amor por los viajes y la cacería. En ella dice que él había dejado a su hijo Belsasar encargado de Babilonia como gobernador. Así que de un solo golpe se dio con­firmación a la veracidad de este relato, y también una explicación de porqué Belsasar hizo a Daniel "el ter­cer señor en el reino" (v. 29). Belsasar era el segundo gobernante.

F.            DANIEL EN EL FOSO DE LOS LEONES (capítulo 6)

1.            El Decreto de Darío (vrs. 1-9). El rey había nombrado a Daniel como el principal de tres presidentes sobre todo el reino, y estaba pensando hacerlo algo así como primer ministro (v. 3). Esto provocó celos en los otros oficiales. Daniel era tan fiel que no podían encon­trar ninguna falta en su conducta. Lo único que podían atacar en él era su religión. Así que manipularon al rey para que proclamara un decreto de que nadie podía orar a ningún dios u hombre por espacio de treinta días, excepto al rey.

2.            La Fidelidad de Daniel (vrs. 10-15). Cuando Da­niel supo del decreto continuó con sus oraciones tres veces al día, con su ventana abierta hacia Jerusalén. El temía a Dios, así que no tenía temor del rey, de sus enemigos o los leones.

3.            La Liberación de Daniel (vrs. 16-28). Dios cerró la boca de los leones y los enemigos de Daniel fueron al fin lanzados al foso. El rey proclamó un nuevo decreto ordenando adorar a Jehová. Mientras tanto, Daniel con­tinuó prosperando.

II.           VISIONES DE DANIEL (capítulos 7-12)

A.           LAS CUATRO BESTIAS (capítulo 7)

Esta visión está fechada "En el primer año de Bel­sasar rey de Babilonia." Como dijimos anteriormente, Belsasar reinó juntamente con su padre durante el úl­timo año del imperio babilónico, el cual llegó a su fin en el año 538 A.C. Esta visión es muy semejante a la imagen del sueño de Nabucodonosor (cap. 2).

1.            La Visión (vrs. 1-14). Daniel vio cuatro bestias grandes que salían del mar. La primera era "como león" (v. 4), con alas de águila. Esta representaba el Imperio Babilónico establecido por Nabucodonosor.

La segunda bestia era "semejante a un oso" (v. 5), y representaba al Imperio Medo-Persa.

La tercera bestia era "semejante a un tigre" (v. 6), y simbolizaba el Imperio Griego de Alejandro el Gran­de. Las cuatro alas y las cuatro cabezas simbolizaban las cuatro divisiones que resultaron después de la muerte de Alejandro.

La cuarta bestia era "espantosa y terrible, y en grande manera fuerte" (v. 7), con grandes dientes de hierro que devoraban. Esta bestia indescriptible repre­sentaba al Imperio Romano.

Daniel estaba perplejo por el hecho de que un pe­queño cuerno sobresalía de entre los diez cuernos y arrancó tres de ellos. Pero luego vio "un Anciano de grande edad" sentado en el trono (v. 9) juzgando (v. 10). La terrible bestia fue muerta (v. 11). La visión se cierra con uno "como un hijo de hombre" recibiendo del "Anciano de grande edad" un reino universal y eter­no (vrs. 13-14).

2.            La Interpretación (vrs. 15-28). Las cuatro bes­tias eran cuatro reyes (v. 17). "Después tomarán el rei­no los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos" (v. 18).

Daniel estaba especialmente interesado en la cuar­ta bestia y sus cuernos. Se le dijo que los diez cuernos representaban diez reyes. El pequeño cuerno que se le­vantó entre ellos desafiaría a Dios "y a los santos del Altísimo quebrará" por tres años y medio (v. 25). Pero el reino sería quitado de él y dado a los "santos del Al­tísimo" (vrs. 26-27).

El cuerno pequeño de Daniel 7:8 se interpreta ge­neralmente por los pre-milenialistas como refiriéndose al Anticristo, al fin de esta edad. El perseguirá al pue­blo de Dios, pero será derrotado.

B.           EL CARNERO Y EL MACHO CABRIO (capítulo 8)

La segunda visión de Daniel está fechada "en el año tercero de Belsasar." Tuvo lugar en "Susán," eso es, Susa, la antigua capital de Persia. Fue en "la pro­vincia de Elam" (V.M.), al este del valle del Tigris y el Eufrates.

1.            La Visión (vrs. 1-14). Daniel vio primero un carnero con dos cuernos (v. 3). Este representaba el Im­perio Medo-Persa. El cuerno más alto, que apareció al último, representaba al segundo y más fuerte elemento, Persia. El Imperio Persa se extendía hacia el oeste hasta el Asia Occidental, hacia el norte hasta Grecia, y hacia el sur hasta Egipto (v. 4). No iba muy lejos hacia el este.

Luego Daniel vio un macho cabrío que venía del oeste. Se movía tan rápidamente que "no tocaba la tie­rra" (v. 5). Este describía vívidamente la asombrosa y rápida conquista de Alejandro el Grande, quien arrasó Asia Menor, Mesopotamia, Siria, Palestina, Egipto y aun la India-todo eso en unos pocos años.

Por tanto, el macho cabrío representaba el Im­perio Griego. El "cuerno notable" (v. 5) era Alejandro el Grande, quien quebró el poder ("cuernos") del Im­perio Medo-Persa. Pero cuando "engrandecióse en gran manera el macho de cabrío" (v. 8) el cuerno se quebró-Alejandro el Grande murió repentinamente (en el año 323 A.C., a la edad de treinta y dos años). Cuatro cuernos-cuatro divisiones del imperio-le sucedieron.

De uno de ellos surgió el "cuerno pequeño." El pe­queño cuerno de Daniel 8: 9 se interpreta refiriéndo­se a Antioco Epífanes, el gobernador de Seleucia, "el cual creció mucho al mediodía, (Egipto) y al oriente (Mesopotamia) y hacia la tierra deseable (Palestina)." "Por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra" (v. 11); eso significa que Antioco Epífanes detuvo los sacrificios diarios en el templo de Jerusalén y profanó el lugar santo al ofren­dar un puerco en el altar. Esto tuvo lugar en el año 168 A.C.

Pero más tarde el altar sería limpiado (v. 14). Esto sucedió en diciembre del 165 A.C., y se conmemoraba en días de Cristo mediante la Fiesta de la Dedicación (Juan 10: 22). Todavía se celebra por los judíos con el nombre de Hanukkah o el Festival de las Luces, una de las épocas más brillantes del año judío.

2.            La Interpretación (vrs. 15-27). El carnero se identifica claramente con el Imperio Medo-Persa (v. 20). El macho cabrío es Grecia (v. 21). El cuerno grande es el primer rey, Alejandro el Grande, quien fue sucedido por cuatro reyes, ninguno de los cuales tuvo su poder (v. 22). El "rey altivo de rostro" (v. 23) es Antioco Epífanes, el rey de Seleucia, de Siria. El destruiría a los "fuertes y al pueblo de los santos" (v. 24) -los judíos.

C.           LAS SETENTA SEMANAS (capítulo 9)

Esta visión tuvo lugar "En el año primero de Darío" (v. 1). Daniel leyó en el libro de Jeremías que la cau­tividad duraría sólo setenta años.

1.            La Oración de Confesión de Daniel (vrs. 3-19). Cuando a uno se le da la seguridad de que Dios enviará un avivamiento, no debe dejar de orar. Todo lo contrario, ese debe ser el momento de oración, petición insistente y confesión, preparando así el camino para el avivamiento.

Este fue el curso que siguió Daniel. Aunque él era justo, confesó los pecados de la nación. Todo intercesor debe, en cierta medida, identificarse con aquellos por quienes ora, confesando sus pecados casi como si fue­ran suyos.

2.            Las Setenta Semanas (vrs. 20-27). La mayoría de los eruditos están de acuerdo en que en este caso las "semanas" representan siete años. Las setenta semanas entonces serían 490 años.

Se afirma que "desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén" hasta que al Mesías se le quite "la vida," serán 69 semanas (vrs. 25-26) - 483 años. Si uno identifica el primer evento con el de­creto de Artajerjes para edificar los muros de Jerusa­lén en el año 445 A.C. (Nehemías 2:4-8), la cronología es casi perfecta. Notemos que no es el nacimiento del Mesías, sino su muerte, que se menciona. Substrayendo 30-Cristo murió probablemente en el año 30 D.C. -de los 483 años, nos da 453, que es muy cerca de 445.

Pero ¿qué de la septuagésima semana Los premi­lenialistas generalmente la colocan al fin de esta era, sosteniendo que este período de la iglesia gentil-de una extensión indeterminada-está insertado entre las semanas 69 y 70 de la historia de Israel. Sin duda que hay muchas dificultades con esta y cualquier otra inter­pretación de este capítulo.

El versículo 27 se interpreta generalmente como referencia a un convenio entre el Anticristo y los ju­díos. "A la mitad de la semana" él quebranta el con­venio, y tres años y medio de "La Gran Tribulación" siguen. Otra interpretación relaciona la primera mitad de la semana setenta a los tres años y medio del minis­terio de Cristo, seguido por su muerte, la cual puso fin a la necesidad de sacrificios de animales.

D.           LA ULTIMA VISION DE DANIEL (capítulos 10-12)

Esta visión tuvo lugar "En el tercer año de Ciro rey de Persia" (10:1), después de un período de tres sema­nas de lamento y ayuno. Daniel estaba a orillas del río Hiddekel (v. 4) -el río Tigris. Quizá él estuviera acon­gojado por falta de una respuesta entusiasta de parte de los judíos cautivos hacia el decreto de Ciro permitién­doles volver a su propia tierra. Sin duda estaría pre­ocupado con el resultado final de todo eso.

1.            El Mensaje del Cielo (cap. 10). Un visitante an­gelical apareció a Daniel y le informó que él había co­menzado a ayudarle desde el primer día de su oración (v. 12). Pero que había sido estorbado por "el prínci­pe del reino de Persia" hasta que Miguel vino en su ayuda (v. 13). El propósito de la visión era hacer saber a Daniel "lo que ha de venir a tu pueblo en los postre­ros días" (v. 14).

2.            Los Períodos Persa y Griego (11: 1-35). El men­sajero declaró que tres reyes seguirían en Persia. Estos eran Cambises, Pseudo-Smerdis, y Darío Hystaspes. El cuarto, más rico que todos (v. 2), era Jerjes, quien in­tentó la invasión de Grecia pero fue derrotado en Sala­mina en el año 480 A.C.

El "rey valiente" que se enseñorearía "sobre gran dominio" (v. 3) era Alejandro el Grande. A su muerte el reino se dividió en cuatro partes (v. 4).

Luego sigue un resumen (vrs. 5-20) de las activi­dades rivales del "rey del mediodía"-los Ptolomeos de Egipto-y del "rey del norte"-los Seleucios de Si­ria. - El hecho de que este material se dé en minucioso detalle ha guiado a muchos eruditos a sostener que el libro de Daniel fue escrito durante este período.

El gobernante de mayor importancia para los ju­díos fue Antioco Epífanes. Así que sus hechos se re­gistran más ampliamente (vrs. 21-35). El es llamado "una persona vil" por su agrado en profanar las cosas sagra­das. El quitaría "el continuo sacrificio," y pondría "la abominación espantosa" (v. 31). Esta última frase la encontramos en el discurso de Cristo en el Monte de las Olivas (Mateo 24:15; Marcos 13:14). La referencia de Daniel es probablemente a la profanación del templo de Jerusalén por Antioco en el año 168 A.C., cuando éste ofreció un puerco en el altar. "Mas el pueblo que co­noce a su Dios, se esforzará, y hará" (v. 32), es una alusión a la rebelión de los Macabeos.

3.            El Tiempo del Fin (11: 36-12:13). La escena parece cambiar súbitamente al Anticristo, al fin de esta era, de quien Antioco Epífanes fue un tipo muy vívido. Se sostiene, al menos por los premilenialistas, que la parte final de este capítulo (11: 36-45) es una descrip­ción del Anticristo levantándose de la figura de Antioco.

Lo que generalmente se conoce como "La Gran Tribulación" se describe en el primer versículo del ca­pítulo 12 como un "tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces." Esta afirma­ción tan fuerte fue repetida por Cristo (Mateo 24:21; Marcos 13:19).

Luego el mensajero reveló a Daniel que habría dos clases de resurrecciones-"unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (v. 2). El ver­sículo tres es una hermosa promesa para los "entendi­dos" quienes "enseñan a justicia la multitud."

El libro concluye con una admonición a Daniel pa­ra que selle el contenido del libro "hasta el tiempo del fin" (vrs. 4, 9). Evidentemente, el significado de esto no se entenderá hasta más tarde. Se le dice que "muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados," mien­tras que los impíos continuarán en sus pecados. Esa ha sido la historia de la humanidad desde los días de Da­niel hasta el presente.

Para Estudio Adicional

1.            ¿Cuándo y dónde profetizó Daniel

2.            ¿Cuáles son las dos principales divisiones del libro

3.            ¿En qué sentido es Daniel un ejemplo para los jóvenes de hoy día

4.            Compare las divisiones de los capítulos 2 y 7.

5.            Discuta la interpretación de las setenta semanas.

6.            ¿Qué dice Daniel acerca del tiempo del fin