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Conozca la Iglesia Primitiva, Caps. I-III

Conozca la Iglesia Primitiva

por Ralph Earle, Th.D.

Profesor Emérito del Nuevo Testamento

Seminario Teológico Nazareno

CASA NAZARENA DE PUBLICACIONES

Box 527, Kansas City, Missouri, 64141, E.U.A.

Esta obra apareció en inglés con el título de Meet the Early Church. Fue traducida por Bárbara Galván bajo los auspicios de Publica­ciones Internacionales de la Iglesia del Nazareno.

Reimpresión: Julio, 1983

Impreso en E.U.A. Printed in U.S.A.


A mi mejor amiga sobre la tierra,

Mi esposa

Copastora de nuestra "iglesia primitiva,"

Compañera por veintisiete años,

Ayudante constante a mi lado.


Prefacio

Ha sido la convicción del autor que uno de los me­dios más importantes del crecimiento en la gracia es el estudio libro por libro de la Biblia-especialmente del Nuevo Testamento. Pero muchos darían eco a las palabras del eunuco etíope: "¿Y cómo podré (entender) si al­guien no me enseñare"

Para todos los cristianos, y especialmente los de per­suasión wesleyana, el libro de los Hechos es de suma im­portancia entre los libros del Nuevo Testamento. El vo­lumen presente es una guía al estudio de los Hechos, no un substituto para las lecturas de ese libro. El mejor pro­vecho será para quien tiene su Biblia abierta y la marca mientras lee estas páginas.

También se puede recibir ayuda leyendo Conozca su Nuevo Testamento, capítulo V, del mismo autor. Se da­rá atención especial al contenido de los Hechos por ca­pítulos. Los asuntos de introducción-como el autor, la fecha, y el propósito- se tratan en esos volúmenes ya existentes y por eso no se discuten aquí. Más bien el propósito ha sido el de ayudar a dominar el contenido general del Libro de los Hechos.

Para poder relacionar mejor al estudiante con el tex­to mismo, todos los títulos y subtítulos-con muy pocas excepciones-se dan exactamente como aparecen en la Escritura.

El nombre Los Hechos sugiere que éste es un libro de acción. Y así es. Desde el primer capítulo hasta el último hay algo excitante. La ascensión de Jesús, el Pentecostés, la sanidad de un cojo incapacitado, el encarcelamiento de los apóstoles, la muerte de Ananías y Safira-todos estos son sucesos que merecen un encabezado en los pe­riódicos. El libro de los Hechos es tan fresco como la mañana.

-Ralph Earle Jr.


Contenido

Primera Parte: En Jerusalén (capítulos 1-7)

I.             Llenos del Espíritu Santo (capítulos 1-3)

II.           No Hay Otro Nombre (capítulos 4-7)

Segunda Parte: En Toda Judea y en Samaria (capítulos 8-12)

III.          Esparcidos a Otras Partes (capítulos 8-12)

Tercera Parte: Hasta lo Último de la Tierra (capítulos 13-28)

IV.          Bernabé y Saulo (capítulos 13:1-15:35)

V.           A Macedonia (capítulos 15: 36-21:16)

VI.          Jerusalén-Cesarea-Roma (capítulos 21:17- 28:31)


Primera Parte: En Jerusalén (caps, 1-7)

CAPITULO I

Llenos del Espíritu Santo (caps. 1-3)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo (2:4).

I.             "ESPERAD LA PROMESA" (capítulo 1)

1.            Recibiréis Poder (1: 1-11)

a.            El primer tratado (1:1). Esta frase evidente­mente se refiere al tercer Evangelio, que también fue escrito por Lucas. De esto no puede haber ninguna duda razonable. Los dos libros están dirigidos a Teófilo, a quien no se menciona en ninguna otra parte del Nuevo Testa­mento. Tal vez haya sido un cliente rico de Lucas, que pagó el costo de la publicación de estos dos volúmenes. Son los libros más largos del Nuevo Testamento.

La palabra "comenzó" en este versículo es significa­tiva. El Evangelio de Lucas cuenta lo que Jesús comenzó "a hacer y a enseñar-sus obras y sus palabras. El libro de los Hechos relata lo que siguió haciendo por medio del Espíritu Santo y por sus discípulos.

b.            Seréis bautizados con el Espíritu Santo (1:2-5). El Evangelio de Lucas termina con la ascensión de Jesu­cristo-hasta el día en que "fue llevado arriba." El libro de los Hechos principia con el mismo suceso.

Las apariciones de Jesús después de su resurrección siguieron por un período de "cuarenta días" (v. 3). Este es el único lugar en el Nuevo Testamento donde se de­clara esto. Siendo que la fiesta del Pentecostés llegó cincuenta días después de la pascua de los hebreos conclui­mos que los discípulos esperaron la llegada del Espíritu Santo como diez días.

Jesús fue muy explícito en su mandamiento a los discípulos de no salir de Jerusalén hasta haber recibido "la promesa del Padre" (v. 4). Sin ser llenos del Espíritu no estarían preparados para llevar a cabo la Gran Comi­sión (Mateo 28: 19-20).

Juan bautizó con agua. Pero los discípulos de Jesús estaban para ser "bautizados con el Espíritu Santo" (v. 5). Este es el bautismo cristiano distintivo. ¿Por qué en­tonces se pone tanto énfasis hoy sobre el bautismo con agua y hay un silencio completo sobre el bautismo con el Espíritu Santo

c.            Seréis testigos (1:6-8). Las mentes de los dis­cípulos todavía estaban fijas en un reino terrenal del Mesías: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo" El les señaló la cosa que era importante-la venida del Espíritu Santo.

Hechos 1:8 es el versículo clave del libro. Nos da a la vez el poder y el programa de la Iglesia de Jesucristo. El poder es el Espíritu Santo; el programa es la evange­lización del mundo. Sin éste, aquél es cosa vana. Nadie puede estar lleno del Espíritu Santo y no tener a la mis­ma vez un interés en la evangelización del mundo.

Este versículo nos da además un bosquejo con tres puntos del libro: 1. Testificando en Jerusalén (capítulos 1-7); II. Testificando por toda Judea y en Samaria (ca­pítulos 8-12); II. Testificando en el mundo de los gen­tiles (capítulos 13-28).

d.            Fue alzado arriba (1:9-11). Este relato de la ascensión es más grande que el anterior (Lucas 24:50-51). Dice cómo dos visitantes angelicales aseguraron a los discípulos curiosos que "este mismo Jesús" (v. 11) volvería algún día. Esta es una promesa preciosa de la Segunda Venida.

2.            Un Aposento Alto (1: 12-26)

a.            En oración y ruego (1: 12-14). Tal como se decla­ra también en Lucas 24:52, los discípulos volvieron a Jerusalén inmediatamente después de la ascensión. En Lucas 24:50 dice que este suceso tuvo lugar en Betania. Aquí dice, "el monte que se llama del Olivar" (v. 12). Pero como la aldea de Betania está situada en la bajada oriental del monte del Olivar, no hay contradicción es­pecialmente si traducimos "a" en Lucas como "hacia." "Camino de un día de reposo," era como una milla, y esto es aproximadamente la distancia desde la muralla oriental de Jerusalén hasta la cumbre del monte del Oli­var.

Al llegar a la ciudad los discípulos "subieron al apo­sento alto" (v. 13). Esta era la residencia temporal de los once apóstoles, que se nombran aquí. Con excepción de Judas Iscariote, quien ya había muerto, esta lista es casi exactamente igual a la dada en los Evangelios sinópticos (Mateo 10: 2-4; Marcos 3:16-19; Lucas 6:14-16). So­lamente será necesario relacionar a "Judas hermano de Jacobo" en los relatos de Lucas con "Tadeo" en las demás listas. Siendo que muchos de los personajes del Nuevo Testamento se designan por dos o tres nombres, esta identificación no es difícil.

Junto con éstos en la oración había varias mujeres, incluyendo María la madre de Jesús, y sus hermanos (v. 14). Este último hecho es de interés especial, puesto que en Juan 7:5 se dice que sus hermanos no creían en él. Evidentemente su resurrección los convenció. Pablo menciona la aparición de Jesús a Santiago (1 Corintios 15:7), quien regularmente está identificado como her­mano de Cristo.

b.            Matías (1: 15-26). Aquí dice que el número to­tal de discípulos que esperaban en obediencia el manda­miento de Jesús "eran como ciento veinte" (v. 15). Pa­blo menciona que "más de quinientos hermanos" habían visto a Jesús después de su resurrección. ¿Habrá más de la cuarta parte de los miembros de nuestras iglesias hoy que obedecen el mandamiento de Cristo de ser llenos del Espíritu

Pedro sintió interés por llenar la vacante en el círcu­lo apostólico causado por la ausencia de Judas. Así que les habló. Primeramente llamó su atención a la muerte trágica del traidor. La descripción dada aquí (v. 18) difiere notablemente de la que se presenta en Mateo 27:5, donde dice que Judas "fue y se ahorcó." Pero se pueden armonizar los relatos considerando que Judas se ahorcó en un árbol cerca de la orilla de un pre­cipicio al sur de Jerusalén. Si la rama del árbol o la cuer­da se rompió, fácilmente se habrá despedazado el cuer­po del traidor en las rústicas rocas de abajo.

Tampoco hay contradicción entre las dos razones del nombre "campo de sangre" (v. 19; Mateo 27:6-8). Las dos explicaciones bien podían ser conocidas en el tiempo de Lucas: una (la de Mateo) aceptada por los gobernadores judíos, y la otra (dada aquí) contada popu­larmente.

Pedro sugirió lo que consideró ser cualidades de un apóstol. Debía ser uno que había estado con Jesús desde el principio de su ministerio público y que tam­bién le había visto después de su resurrección (v. 21-22).

Los apóstoles nombraron dos candidatos y oraron que el Señor escogiera entre ellos (v. 24). Matías fue ele­gido, pero no se menciona otra vez en el Nuevo Testa­mento. Pablo llegó a ser el gran apóstol de la Iglesia Primitiva. Y después del Pentecostés no se menciona la idea de echar suertes.

II.           EL DIA DEL PENTECOSTES (capítulo 2)

1.            Fueron Todos Llenos (2:1-13)

a.            Llenos del Espíritu Santo (2:1-4). "El día de Pentecostés" (20:16) es el nombre del Nuevo Testamen­to para la "Fiesta de las Semanas" del Antiguo Testa­mento (Deuteronomio 16:10). Se llamaba así porque su­cedía siete semanas después de la Fiesta de las Primi­cias (Levítico 23:10), que simbolizaba la Resurrección. "Pentecostés" viene de la palabra griega que quiere de­cir "cincuenta." Este nombre se adoptó porque la fies­ta tuvo lugar cincuenta días después de las cosechas (Le­vítico 23:16). Era una de las tres grandes fiestas anuales a la que cada varón tenía que asistir (Deuteronomio 16:16). Las otras dos eran la de los Panes sin Levadura (la Pascua de los hebreos) y la Fiesta de los Taber­náculos. Se dice que esta era la fiesta más popular, pues­to que la Pascua tenía lugar al principio de la primave­ra, cuando el Mediterráneo todavía era un poco peligro­so para cruzar. De aquí que vinieran más judíos de la Dispersión para la Fiesta de Pentecostés (véase v. 5).

Cuando los discípulos estaban "todos unánimes" (v. 1) -en el aposento alto de 1: 33-de repente un estruendo como de un viento recio llenó la casa. Esto fue seguido por un fuego que hinchió el cuarto. Y sobre cada presen­te se asentó una lengua como de fuego. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a "hablar en otras lenguas" (v. 4).

¿Por qué toda esta manifestación espectacular Tal vez parte de la respuesta, a lo menos, se halle al notar un paralelo en el Antiguo Testamento. Los judíos creían que la Fiesta de Pentecostés era para conmemorar la promulgación de la ley en Sinaí. La descripción de este suceso dice que en el tercer día "vinieron truenos y re­lámpagos y espesa nube sobre el monte y sonido de bo­cina muy fuerte. Todo el monte se estremecía en gran manera" (Éxodo 19:16-18).

¿Por qué la demostración divina Porque Dios es­taba dando la ley a su pueblo y quería que estuvieran conscientes de su autoridad divina. Fue la inauguración de una nueva época.

Semejante era el significado de este memorable Día de Pentecostés. Se iniciaba una nueva época: la del Es­píritu Santo. Dios presentó una ceremonia poderosa de inauguración. Pero no se asegura hoy día que todas ni aún que alguna de estas señales deben acompañar la venida del Espíritu Santo al corazón individual. La cosa esencial es: "Fueron todos llenos del Espíritu Santo."

Tal vez sea necesario decir una palabra más sobre el hablar en lenguas. Este fenómeno se menciona solamen­te dos veces más en los Hechos (10:46; 19:6) -aunque "lleno del Espíritu Santo" es la frase clave del libro. De los demás veinte y seis libros del Nuevo Testamento so­lamente uno hace referencia al hablar en lenguas. En I Corintios, capítulos 12-14, Pablo discute los dones es­pirituales, y particularmente el don de lenguas. Es evi­dente que los corintios estaban glorificando el ejercicio de este don causando así mucha confusión. Junto con esto había divisiones en la iglesia (capítulos 1-4), un ca­so notorio de la inmoralidad (capítulo 5), proceso de juicio entre los miembros de la iglesia (capítulo 6), embriaguez en la Santa Cena (capítulo 11) etcétera. De­be ser prueba de que el don de lenguas no era verdadera evidencia de la espiritualidad. El capítulo precioso del amor (1 Corintios 13) está puesto directamente en el centro de esta discusión de lenguas (1 Corintios 12-14) y es la respuesta de Dios a los problemas difíciles.

b.            ¿Qué es esto (2:5-13). La excitación hizo que un gran gentío se acercara. Como quince naciones dis­tintas estaban representadas en la multitud allí reunida. Sin embargo cada uno oyó a los discípulos hablar su pro­pia lengua. La sorpresa fue aún más grande siendo que los que hablaban eran galileos (v. 7). La gente de Gali­lea era considerada por los judíos de Judea como in­ferior en educación y en cultura.

El gentío se dividía en "judíos" y "prosélitos" (v. 10). Estos eran los gentiles que habían sido convertidos al judaísmo.

Algunas de las personas estaban confundidas. Pre­guntaron: "¿Qué quiere decir esto" (v. 12). Otras eran un tanto cínicas. Su veredicto fue: "Están llenos de mos­to" (v. 13).

2.            Pedro. Alzó la Voz (2:14-36)

a.            Esto es lo dicho (2:14-21). Pedro comenzó su sermón con una introducción doble. Primeramente negó la acusación de embriaguez (v. 15). Eran solamente las nueve de la mañana, y "los que se embriagan, de noche se embriagan" (I Tesalonicenses 5:7). En segundo lugar declaró: "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel" (v. 16). Entonces citó Joel 2: 28-32a. El Pentecostés era el derramamiento del Espíritu profetizado por el profeta. "Los postreros días" (v. 17) quiere decir "los días del Mesías."

b.            Matasteis. crucificándole (2:22-23). El ser­món mismo-después de la introducción anterior-está dividido en tres partes. Primero Pedro trata con la cru­cifixión de Jesús (vrs. 22-23), después con su resurrec­ción (vrs. 24-32), y finalmente con su exaltación (vrs. 33-36). Su conclusión es que Jesús es el Mesías (v.36).

Pedro señaló una paradoja interesante. Declaró que Jesús fue "entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios," pero a la misma vez afirmó: "prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole" (v. 23). El hombre actúa por libre esco­gimiento y sin embargo Dios lleva a cabo su propósito eternal. La libertad humana y soberanía divina son dos hechos inescapables de toda nuestra actividad. Los dos están relacionados en la trama de nuestra vida diaria.

e.            Dios levantó (2:24-32). La crucifixión era una parte íntegra-sí, la parte central-del plan de Dios de la redención. Pero sin la resurrección hubiera estado in­completa. La resurrección era la prueba de que el sacri­ficio de Jesús fue aceptado. Fue "entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4:25).

Pedro citó (vrs. 25-28) Salmos 16:8-11. Mostró que estas palabras no podían ser aplicadas al escritor del salmo, porque el sepulcro de David estaba allí mismo en Jerusalén (v. 29). Más bien era una profecía de Cristo, cuyo cuerpo no vio corrupción (v. 31). Su resurrec­ción había sido completamente afirmada (v. 32).

d.            Exaltado por la diestra de Dios (2:33-36). La glorificación o exaltación de Jesús "por la diestra de Dios" (v. 33), tenía que preceder al derramamiento del Espí­ritu Santo (Juan 7:39). David no había ascendido al cielo (v. 34). Pero Jesús sí, y por eso fue declarado "Se­ñor y Cristo" (v. 36). Los judíos habían crucificado a su Mesías.

3.            Para Vosotros es la Promesa (2:37-41)

a.            ¿Qué haremos (2:37) El resultado del sermón de Pedro era la convicción del Espíritu. "Se compun­gieron" es una traducción débil del verbo fuerte katenygesan. Esto quiere decir "golpeado con violencia, atolon­drado, aturrullado." La gente gritó: "¿Qué haremos"

b.            Arrepentíos (2:38-40). La respuesta de Pedro a su pregunta fue un áspero "¡Arrepentíos!" Esto es lo que los judíos demandaban que hicieran los gentiles, pero los judíos mismos tenían que hacerlo. Es interesante no­tar que esto era la clave del ministerio de Juan el Bau­tista (Mateo 3:2) y que Jesús comenzó con la misma pa­labra (Mateo 4:17). Hoy día hay mucha necesidad toda­vía de este énfasis.

El verbo "arrepentirse" (matanoeo) literalmente quiere decir "cambiar la mente." Demasiado de lo que se llama arrepentimiento en nuestro día consiste en sen­tirse triste, derramar lágrimas, experimentar un des­canso emocional-y luego volver al mismo modo orgu­lloso y pecaminoso de vivir. El arrepentimiento verdadero es un cambio completo de la actitud de la persona hacia sí mismo, hacia Dios, hacia el pecado y hacia el mundo. Es más que un dolor; es dolerle lo suficiente para dejarlo.

Los buscadores arrepentidos estaban para ser bau­tizados en el nombre de Jesucristo (v. 38). Para los ju­díos esto quería decir aceptar a Jesús crucificado como su Mesías. (Cristo en el griego es el equivalente a Mesías en el hebreo). Con la "remisión de pecados" eran can­didatos para recibir "el don del Espíritu Santo." "Porque para vosotros es la promesa" (v. 39), pero también al­canza hasta nosotros.

c.            Como tres mil personas (2:41). El resultado de esta primera predicación cristiana fue que "aquel día" como tres mil almas fueron añadidas al grupo pequeño de discípulos. La venida del Espíritu Santo había produ­cido un milagro sólido.

4.            Perseveraban (2:42-47)

a.            En el partimiento del pan (2:42-43, 46). No era una experiencia emocional en efervescencia que recibie­ron los nuevos convertidos: "Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." Es probable que la primera frase se refiera a los períodos de instrucción (en el griego, "doctrinar" es "enseñar"), la segunda al servicio de comunión, y la tercera a los tiempos de ora­ción pública. Entretanto los apóstoles continuaban su ministerio milagroso (v. 43). Los discípulos todavía asis­tían a las horas de oración "en el templo" (v. 46; véa­se 3: 1), pero también tenían sus propios servicios en casas particulares.

b.            En común todas las cosas (2:44-45). Muchas ve­ces se cree que la Iglesia Primitiva tenía en común todas las cosas. En efecto, a veces se le aplica la frase "comu­nismo cristiano." Pero un estudio cuidadoso del texto griego no sostiene esto. Literalmente el versículo 45 dice: "Y vendían (de vez en cuando) sus propiedades y sus bienes y los repartían (de vez en cuando) a todos según la necesidad de cada uno." En otras palabras, según la ne­cesidad, los que tenían propiedades las vendían. Esto es un cuadro de consagración cristiana, no de comunismo.

c.            El Señor añadía (2:47). La última parte de este versículo dice clara y sencillamente en el griego: "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que estaban siendo salvos." La idea de predestinación divina que se sugiere en algunas versiones-"los que habían de ser sal­vos"-no tiene el apoyo del texto griego de este pa­saje. Todo lo que dice es que los que se convertían estaban siendo añadidos. ¡La nueva comunidad cristiana estaba viva y creciendo!

III.          PEDRO Y JUAN (capítulo 3)

1.            A la Puerta del Templo (3:1-11)

a.            Un hombre cojo (3:1-3). Pedro y Juan iban al Templo para la hora de oración a las tres de la tarde. Junto a la puerta la Hermosa-en el lado este-vieron a un mendigo, cojo de nacimiento, a quien ponían cada día en este lugar para pedir limosna de los que entraban en el Templo. Desde allí habló a los dos apóstoles.

b.            Levántate y anda (3:4-11). Las esperanzas del hombre fueron estimuladas cuando Pedro dijo: "Miranos." Pero pronto fueron destruidas por su siguiente de­claración: "No tengo plata ni oro." El apóstol tenía algo más que el oro-Dios. "En el nombre de Jesucristo de Nazaret," mandó al cojo, "levántate y anda" (v. 6).

Lo que Pedro dio al hombre era mucho mejor que el dinero; era la capacidad de ganar su propio sostén. El trabajo es una de las bendiciones más reales para la humanidad-física, psicológica, mental, moral, social, y espiritualmente. Nuestros hospitales, instituciones mentales y prisiones estarían aún más llenos de gente de lo que están si no fuera por el valor terapéutico del trabajo.

Sanado por el poder de Dios, el cojo respondió in­mediatamente al desafío de Pedro. "Saltando" (v. 8) - la palabra griega se encuentra solamente aquí en el Nuevo Testamento-el hombre "se puso en pie," por primera vez en su vida. Pero no se detuvo allí. Comenzó a andar y continuó andando (tiempo imperfecto). Con los dos apóstoles entró en el templo, "andando, y saltando, y alabando a Dios." ¿Quién tenía más derecho de hacer­lo Tenía que compensar por el tiempo que había per­dido.

Mientras el hombre "tenía asidos a Pedro y a Juan"-su alegría exuberante no tenía límites-pronto se reu­nió en el Pórtico de Salomón una multitud. Este era un pasillo largo cubierto, como corredor que pasaba por el lado interior de la pared este del templo (que cubría co­mo diez hectáreas).

2.            Pedro Respondió al Pueblo (3:12-26)

a.            Vosotros negasteis al Santo (3:12-18). Pedro no era de los que pierden la oportunidad ofrecida por una audiencia ya reunida. Su personalidad impulsiva, ahora llena del Espíritu, sería propia para la ocasión. Por se­gunda vez (véase 2:14) predicó a un gentío excitado que se había reunido de repente.

Su introducción fue al principio otra vez en sentido negativo: "¿Por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste" (v. 12) No, no fue de nosotros, mas Cristo: "Y por fe en su nombre. le ha confirmado su nombre; y. ha dado a éste esta completa sanidad" (v. 16). Fue aquel nombre que Pedro invocó cuando mandó al cojo que se levantara (v. 6).

Y otra vez (véase 2:23) -con más vehemencia y con más énfasis-acusó a estos "varones israelitas" (v. 12) de haber matado a su Mesías. Su verdadero crimen fue que "negasteis al Santo" (v. 14). Notemos el contraste sorprendente: "Mas vosotros negasteis al Santo y al Jus­to, y pedisteis que se os diese un homicida." Prefirieron a Barrabás-un sedicionista que odiaba y mataba-antes que a Jesús, el que sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, hacía a los cojos andar, limpiaba leprosos, le­vantaba muertos, echaba fuera demonios, y predicaba un mensaje de amor a los pobres. No solamente eso, pero era el Autor de la vida. - ¡Increíble que los hombres hi­cieran tal escogimiento!-decimos. Pero eso es exacta­mente lo que hace cada pecador cuando abraza el pecado que le traerá la muerte eterna y rechaza al Jesús tierno y manso, el único que puede dar la vida eterna.

b.            Arrepentíos y convertíos (3:19-26). La conver­sión verdadera siempre está precedida por el arrepenti­miento. Esta se menciona una y otra vez en los Evange­lios y en los Hechos. A los que se arrepienten Dios enviará a Jesucristo" (v. 20).

La frase, "los tiempos de la restauración de todas las cosas" (v. 21), ha sido aceptada con ardor por los que enseñan el universalismo absoluto, es decir, que todos los hombres, no importa cuán malos al tiempo de su muerte, serán al fin salvos. Pero esta frase está clara­mente restringida por el modificador que sigue: "que ha­bló Dios por boca de sus santos profetas." Y en ninguna parte del Antiguo Testamento se enseña la salvación uni­versal. Se provee para todos y está disponible a todos. Pero nunca se declara que será aceptada por todos.

La cita en el versículo 22 (de Deuteronomio 18:15) se encuentra otra vez en la oración de Esteban (7:37). Aplicándose primeramente a Josué, el sucesor de Moisés como líder de Israel, apuntaba por siglos a Cristo, el Me­sías. Esto es lo que se llama el "principio telescópico de la profecía"-que muchas profecías tienen un cumpli­miento parcial en la situación del Antiguo Testamento y un cumplimiento completo y final en Cristo.

PREGUNTAS

1.            ¿Por qué mandó Jesús a sus discípulos que es­peraran

2.            ¿Cuál es la relación entre la santidad y las mi­siones

3.            ¿Cuáles son las tres divisiones de los Hechos

4.            ¿Qué sucedió en el Día de Pentecostés

5.            Describa el compañerismo en la Iglesia Primi­tiva.

6.            ¿Qué pasó después de la sanidad del cojo


CAPITULO II

No Hay Otro Nombre (caps. 4-7)

Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que poda­mos ser salvos (4: 12).

I.             PODER, ORACION Y PERSECUCION (capítulos 4-7)

1.            ¿Con qué potestad. habéis hecho vosotros esto (4:1-22)

a.            Anunciasen. la resurrección (4:1-4). Pedro había predicado dos sermones. En los dos había acusado a los líderes judíos de haber crucificado a su Mesías. Era inevitable que viniera la persecución.

Eran "los sacerdotes, el jefe de la guardia del tem­plo, y los saduceos" quienes encabezaron la oposición. Todos estos eran saduceos. En los Evangelios Sinópticos la mayor parte de los antagonistas de Jesús eran fariseos. Pero cuando limpió el Templo el lunes de la Semana San­ta, se interpuso con los negocios lucrativos de los sacer­dotes, que controlaban el área del Templo. Esto les irritó y fueron ellos los que incitaron a la gente a demandar la crucifixión de Jesús (Marcos 15:11). Es evidente que la limpieza del templo fue una de las crisis mayores que re­sultaron en la muerte de Jesús.

Había otra razón por la que los saduceos dirigieron la persecución de los discípulos: éstos anunciaban "en Jesús la resurrección de entre los muertos" (v. 2). Los saduceos no creían en ninguna resurrección (véase 23:8). Así que odiaban particularmente la enseñanza de los apóstoles.

Pedro y Juan fueron arrestados y puestos en la cár­cel (v. 3). Pero su predicación ya había traído fruto en abundancia: "como cinco mil" eran ahora creyentes (v. 4). Esto no quiere decir que cinco mil más fueron salvos en esta vez. El griego dice: "El número de varones llegó a ser como cinco mil." En otras palabras, el total de la membresía de varones-la palabra griega es aner, no an­thropos-llegó hasta cinco mil.

b.            Pedro, lleno del Espíritu Santo (4:5-12). El Gran Sanedrín en Jerusalén se componía de "gobernantes, an­cianos y escribas." Los "gobernantes," o sacerdotes, eran principalmente saduceos. La mayor parte de los "escri­bas" eran fariseos. Ellos enseñaban la ley de Moisés al pueblo. Los "ancianos" tenían autoridad administrativa en las sinagogas. Tal vez esto haya sido un título general para los miembros del Sanedrín.

Anás se menciona aquí como un sumo sacerdote (v. 6). En realidad había sido sumo sacerdote del 6 al 15 D.C. Cinco de sus hijos le sucedieron en el oficio. En este tiem­po particular Caifás (18 al 36 D.C.), su yerno, era el sumo sacerdote oficial (Juan 18:13). Pero Anás era todavía el hombre de poder en el trono.

Puede ser que Juan sea el nombre abreviado de "Jonatán," quien le sucedió a Caifás en 36 D.C. La iden­tidad de Alejandro se desconoce. Pero todos estos per­tenecían a la familia de los sumos sacerdotes. Ellos es­tarían incluidos en el Sanedrín (v. 5), no fuera de él. De hecho, el sumo sacerdote era el presidente del Sane­drín.

Los apóstoles fueron puestos "en medio" (v. 7). Los miembros del Sanedrín se sentaron en un semicírculo, para que pudieran observarse las reacciones de los de­más.

La investigación preliminar legal principió con la pregunta: "¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto" Evidentemente "esto" tenía re­ferencia a la sanidad del cojo (véase v. 9).

Pedro, lleno del Espíritu Santo, tuvo el poder nece­sario para la ocasión. Con valor se enfrentó con ese se­micírculo de caras mirándole con disgusto y declaró que fue en el nombre de Jesucristo de Nazaret, "a quien vo­sotros crucificasteis." ¡El acusado en el conjunto de abo­gados en el tribunal se había convertido en el abogado acusador!

Muchas veces se ha declarado que la resurrección de Jesús fue lo que cambió a Pedro de un cobarde te­meroso, que perdió su valor ante el dedo acusador de una criada, a un cruzado valiente, enfrentándose con el Sanedrín y hablando con un denuedo tal que bien pudo causarle su muerte. Pero los relatos del Nuevo Testamento no prueban esto. Ni una sola vez se ve a Pedro actuando así durante los cincuenta días entre el día de la Resurrec­ción y el Pentecostés. Lo vemos escondiéndose detrás de puertas cerradas y patrocinando un viaje de pesca en Ga­lilea. No fue la Resurrección sino el Pentecostés lo que transformó a Pedro de una piedra débil que rodaba, a un guerrero fuerte y sólido como una roca. "Lleno del Es­píritu Santo"-ese era el secreto.

Uno de los más grandes textos en los Hechos es el versículo 12, citado al principio de este capítulo. La salvación solamente por medio del nombre de Jesucristo era de veras una doctrina revolucionaria para los judíos.

c.            Habían estado con Jesús (4:13-22). La expresión "hombres sin letras y del vulgo" no implica que no pu­dieran leer ni escribir. Más bien quiere decir que eran laicos comunes, sin la enseñanza teológica de las escuelas rabínicas de ese día. Pero "habían estado con Jesús."

Desgraciadamente para los líderes judíos, ellos no podían negar el milagro. Porque allí estaba parado el que antes era cojo (v. 14).

Sacando a los dos apóstoles fuera del Sanedrín, tu­vieron una conferencia privada (v. 15). Decidieron que la única cosa que podrían hacer sería amenazar a los predicadores (v. 17). Les dieron órdenes estrictas de que "en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús" (v. 18). Pero Pedro y Juan respondieron: "No po­demos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (v. 20).

La mención de "cuarenta años" (v. 22) es con la in­tención de recalcar que la condición del hombre era tan crónica como para vivir completamente sin esperanza. Esto hizo de mucho más valor el "milagro de sanidad."

2.            Cuando Hubieron Orado (4:23-37)

a.            Vinieron a los suyos (4:23-30). "Y puestos en libertad, vinieron a los suyos"-esto expresa una ley de la vida. Lo que hacemos en nuestro tiempo libre-cuando no hay restricciones del hogar, la iglesia, los vecinos y los amigos--revela y a la vez modela nuestro carácter. ¿Qué clase de compañerismo escogemos cuando todas las res­tricciones exteriores están ausentes El carácter es lo que la persona es cuando sabe que nadie le descubrirá.

El informe de los dos apóstoles resultó en un servicio de oración. La petición de estos creyentes perseguidos es cosa sorprendente. No pidieron protección, sino el poder para ser testigos (v. 29) - ¡a pesar de las consecuencias!

b.            El lugar...tembló (4:31). Su oración fue con­testada inmediata y completamente. "Todos fueron lle­nos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la pala­bra de Dios" Sí, y en el siguiente capítulo los vemos otra vez en la cárcel.

c.            Abundante gracia era sobre todos ellos (4:32­37). Esta porción es semejante a 2:42-47. Las dos descri­ben una comunión del espíritu que les llevó hasta tener una comunidad de bienes. Los discípulos primitivos te­nían un concepto alto de la mayordomía: nada que po­seían era de ellos; todo estaba a la disposición de Dios para el bien de todos (v. 32). Con esta consagración santa recibieron "gran poder" para testificar, y "abun­dante gracia" sobre todos ellos (v. 33).

Pero que esto no incluía la abolición de propiedades particulares, se demuestra en el segundo capítulo, por el uso del tiempo imperfecto. Cinco ejemplos de esto ocu­rren en los versículos 34 y 35, y además dos participios presentes-todos ellos indican que la acción ocurría de vez en cuando, no toda a la vez. Una traducción literal de estos dos versículos sería: "Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que eran po­seedores de heredades o casas, vendiéndolas, traían el precio de lo vendido y lo ponían a los pies de los apósto­les, y repartiéndolo a cada uno cuando alguien tenía ne­cesidad." Esto es algo completamente distinto a una en­trega inmediata y completa de los derechos de propie­dad a una organización de la comunidad, como se reque­riría en la base de una mala interpretación de este pasaje.

El hecho de que no todos vendían sus propiedades y ponían la ganancia en una tesorería común se ve por el caso de Bernabé, quien se menciona por nombre (v. 36-37). Todavía más enfático es lo que dijo Pedro a Ana­nías (5:4) que no tenía ninguna obligación de vender su heredad y que cuando la había vendido no tenía que traer el dinero a la iglesia.

El significado del nombre Bernabé se da como "hijo de la consolación." Pero la frase griega también puede ser traducida "hijo de la exhortación." En realidad Ber­nabé era las dos cosas. La derivación del nombre ara­meo "Bernabé" es incierto.

3.            Ananías y Safira (5:1-16)

a.            Sustrajo del precio (5:1-11). El nombre Ananías quiere decir "El Señor es benévolo," y Safira quiere decir "Hermosa." Como pasa muchas veces, estas dos personas fallaron en vivir de acuerdo con sus nombres.

La pareja hizo una conspiración. "Sustrajeron"-la palabra griega quiere decir "el acto de ocultar a hurta­dillas"-una parte del precio. Es una coincidencia notable que este mismo término se use en conexión con el pecado de Acán (Josué 7:1). Tal vez la acción pronta de Pedro salvó a la Iglesia de sufrir una derrota como pasó con Israel.

El pecado por el cual Ananías y Safira murieron fue la hipocresía. No fue que trajeran solamente una parte sino que fingieron haberlo traído todo. Ananías sólo ac­tuó en una manera mentirosa. Cuando a Safira le pre­guntaron, dijo deliberadamente una mentira. Pero los dos mintieron. La mentira es sencillamente una inten­ción de defraudar.

Evidentemente el propósito del juicio inmediato ad­ministrado aquí era para impedir la hipocresía en la Igle­sia Primitiva. Dos veces (vrs. 5, 11) dice que "gran te­mor" vino sobre todos los que oyeron. La gente tenía te­mor de reunirse con la iglesia sin sentir cierta precau­ción (v. 13). Sin embargo, maravillosamente "los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres" (v. 14). La poda apropiada facilita el crecimiento.

La palabra "iglesia" ocurre aquí (v. 11) una de las veinte y tres veces en el Libro de los Hechos. El término griego "ecclesia" quiere decir "llamados." La palabra fue aplicada a la asamblea de ciudadanos libres que podían votar en una ciudad griega. En la septuaginta (tra­ducción griega del Antiguo Testamento) se usa para la "congregación" de Israel. Ambas explicaciones, espe­cialmente la última, demuestran su uso en el Nuevo Testamento. Los cristianos formaron el Nuevo Israel, el pueblo de Dios en esta edad.

b.            Muchos milagros y prodigios (5:12-16). Parece que un lugar principal para las reuniones de los cristia­nos en Jerusalén era el pórtico de Salomón (v. 12; vé­ase 3:11). El ministerio de los apóstoles estaba marcado por "muchos milagros y prodigios" (v. 12), especialmen­te milagros de sanidad (vrs. 15-16). Sobre si estos milagros todavía deben acompañar a la predicación del evangelio es cosa muy discutida. Tal vez se pudieran ha­cer tres observaciones. La primera es que los milagros no tienen el mismo valor como evidencia en el siglo veinte (a lo menos en el Occidente) como tenían en el primer siglo. La segunda es que la sanidad del alma es de mu­cho más importancia que la sanidad del cuerpo. La ter­cera es que probablemente la Iglesia de hoy debe dar más atención a la sanidad física (y mental) de lo que está dando. Por supuesto se debe reconocer que el cre­cimiento tremendo de la ciencia sobre la salud física y mental en tiempos modernos ha originado una situa­ción distinta de la del primer siglo. Dios todavía pue­de sanar y lo hace, con la ayuda de médico o cirujano o sin ella. Pero se debe insistir en que al poner cualquier énfasis sobre la sanidad divina se deben evitar dos co­sas: el comercialismo y la glorificación de uno mismo.

4.            Delante del Concilio (5:17-42)

a.            Echaron mano a los apóstoles (5:17-28). Los sa­duceos, guiados por el sumo sacerdote, arrestaron a los apóstoles y los pusieron en la cárcel por segunda vez (vrs. 17-18; véase 4:3). Pero esta vez "el ángel del Se­ñor" abrió "de noche las puertas" (v. 19). Les dijo a los apóstoles que siguieran predicando en el Templo (v. 20). Se convocó a una reunión especial del Sanedrín ("concilio") (v. 21). Probablemente "los ancianos de los hijos de Israel" sea otro nombre para el Sanedrín. Cuando los oficiales que fueron enviados a traer a los acusados a la corte, aparecieron sin ellos causó grande inquietud (vrs. 21-24). Finalmente los supuestos pri­sioneros fueron descubiertos en el Templo. Y claro que estaban "enseñando al pueblo" (v. 25). El lenguaje de los versículos 27-28 revela la desesperación del Sane­drín casi al punto de perder la esperanza.

b.            Es menester obedecer a Dios (5:29-32). La de­claración de Pedro y los apóstoles, "Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres," todavía debe ser un lema para cada cristiano. Otra vez Pedro acusó a los líderes judíos de haber matado al Mesías (v. 30). Lo que Israel necesitaba-tanto como los gentiles-era el arre­pentimiento y el perdón de sus pecados (v. 31). El Es­píritu Santo se da a "los que le obedecen" a Dios (v. 32). Esta es nuestra promesa hoy.

c.            Querían matarlos (5:33-40). El resultado de las palabras de Pedro fue que los miembros del Sane­drín "Se enfurecían." Este mismo término se usa de nue­vo en 7: 54. Literalmente quiere decir "partir el alma." Es un término más poderoso que "compungidos" (2:37). Así que "querían matarlos."

Afortunadamente Gamaliel intervino. Era el maes­tro en teología de Pablo (22:3), pero parece que el estu­diante joven no se ha embebido de la disposición indul­gente de su maestro. El gran "doctor de la ley" (v. 34) aconsejó que tuvieran cuidado. Citó los casos de Teudas (v. 36) y Judas el Galileo (v. 37), cuyos movimientos re­volucionarios desaparecieron. Su conclusión fue que de­bían dejar a los apóstoles. Si su obra era de origen hu­mano "se desvanecerá" (v. 38), pero si era ordenada di­vinamente estos líderes judíos estarían en mala posi­ción de resistir a Dios (v. 39). El Sanedrín aceptó el consejo de Gamaliel. Habiendo azotado a los apóstoles (treinta y nueve azotes a cada uno) y mandado que no "hablasen en el nombre de Jesús" (v. 40), los dejaron ir.

d.            No cesaban de. predicar (5: 41-42). ¿Obede­cieron los apóstoles este mandamiento No, ellos reci­bían órdenes del cielo (véase v. 29). Así que, "todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo" (a Jesús como el Mesías).

II.           ESTEBAN (capítulos 6-7)

1.            Siete Varones (6:1-4)

a.            Hubo murmuración (6: 1). Cuando hay más gente, hay más problemas, porque cada persona es un pro­blema en potencia. Así que creciendo "el número de los discípulos" surgió el primer problema interno. Fue una amenaza más seria para el futuro de la Iglesia que el pro­blema externo de la persecución.

La palabra "discípulos" ocurre en el Nuevo Testa­mento solamente en los Evangelios y en los Hechos. Aquí se encuentra por primera vez. Literalmente, quiere decir "escolares."

La palabra griega para "murmuración" sugiere el zumbido de las abejas. Los helenos (judíos que habla­ban el griego) se estaban quejando en contra de los he­breos (judíos que hablaban el arameo), sintiendo aquéllos que sus viudas estaban siendo hechas a un lado en la repartición diaria de los alimentos. En aquellos días muchas viudas no tenían manera de ganarse la vida.

b.            Buscad pues. siete varones (6:2-4). La si­tuación era apropiada para una división en la iglesia. Pero la situación se solucionó por la acción pronta de los doce apóstoles. Convocaron a una reunión de toda la Iglesia y declararon que no era "justo que no­sotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas" (v. 2). Sugirieron que fueran nombrados siete hombres para cuidar de las necesidades materiales de la Iglesia. Sus cualidades serían: "de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría" o tacto (v. 3). Mientras tanto los apóstoles estarían libres para dedicarse al ministerio espiritual de la oración y la enseñanza de la Palabra (v. 4).

Los siete nombrados no se llaman aquí diáconos (griego, diakonoi). Pero es interesante que diakonia, "ministración," ocurre en el versículo uno y diakoneo, "servir," en el versículo dos.

2.            Eligieron a Esteban (6: 5-15)

a.            Lleno de fe y del Espíritu Santo (6: 5-8). "Eli­gieron" quizá se refiera a la acción de toda la iglesia. Esteban se describe como un hombre "lleno de fe y de Espíritu Santo" (v. 5) y "lleno de gracia y de potencia." Era inevitable que tendría un ministerio notable.

Todos los siete nombrados tenían nombres griegos. Esto puede sugerir que eran helenos. De ser así, la igle­sia mostró gran sabiduría y tacto en escogerlos para mi­nistrar a las viudas helenistas. Mucho depende de la se­lección de personas correctas para cualquiera obra. A Nicolás se identifica como un prosélito (gentil conver­tido) de Antioquía. El interés de Lucas en Antioquía (véase 11: 19-30) se interpreta por algunos como que él había nacido en esta ciudad.

El poner sus manos encima (v. 6) era la costumbre antigua de ordenación (véase Números 27:18). Los ju­díos ordenaban así a sus rabinos.

El resultado de resolver este problema pronto y adecuadamente fue que "crecía la palabra del Señor" porque los apóstoles ya estaban libres para dar todo su tiempo-"y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente" (v. 7). Aun "muchos de los sacerdotes" aceptaron a Jesús como el Mesías. La falta en resolver el problema pronto pudo haber resultado en fracaso y derrota, como pasa muchas veces hoy.

b.            No podían resistir (6:9-15). Mucho se ha dis­cutido sobre si el versículo nueve se refiere a uno, dos, tres, cuatro o cinco sinagogas. "Libertos" quiere decir hombre libres (es decir, que antes eran esclavos), de los cuales había grandes números en el Imperio Romano de aquel día. Los "de Cirene y de Alejandría" vinieron del norte del África. Cilicia y Asia estaban en Asia Menor. Aquélla era la provincia natal de Pablo (22:3). La "si­nagoga," mencionada frecuentemente en los Evangelios se menciona aquí por primera vez en los Hechos. La pa­labra en el griego quiere decir sencillamente "reunirse." Solo una vez en el Nuevo Testamento se usa por una con­gregación cristiana (Santiago 2: 2). En otros lugares se emplea ecclesia.

Los helenos disputaron con Esteban. Pero "no po­dían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba" (v. 10). Así que acudieron a la violencia. "sobornaron"- "rogaron en secreto" o "instigaron"-a otros para que acusaran a Esteban de hablar "palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios" (v. 11). Esto muestra cuán alta opinión tenían los judíos de Moisés en el tiempo de Jesús.

Entonces los helenos incitaron a la gente, arreba­taron a Esteban, y lo trajeron al concilio (v. 12). Allí pu­sieron testigos falsos para que lo acusaran de hablar "pa­labras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley" (v. 13). El Templo y la ley-estos eran especialmen­te sagrados para los judíos.

La acusación se basaba en un torcimiento de las en­señanzas de Cristo. Jesús había dicho: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Juan 2:19). Fra­casaron en reconocer que se refería a su cuerpo (Juan 2:21).

¿Qué reacción tuvo Esteban a esta oposición violenta y acusación falsa Con "su rostro como el rostro de un ángel" (v. 15). Como el rostro de Moisés resplandeció cuando bajó del monte Sinaí (Éxodo 34:30), así fue iluminado el rostro de Esteban por la presencia divina.

3.            El Altísimo No Habita en Templos (7: 1-53)

Este discurso largo de Esteban contiene un resu­men de la historia del Antiguo Testamento desde Abra­ham, a través de José y hasta Moisés (note el bosquejo que se da abajo). En él, Esteban respondió a la acusa­ción de que había blasfemado "este lugar santo" (el Templo, Jerusalén, Palestina) demostrando que otros lu­gares, aparte de la Tierra Santa, eran sagrados. Dios apareció a Abraham en Mesopotamia (v. 2). Estuvo con José en Egipto (v. 9). Se le apareció a Moisés en la llama de fuego de una zarza (v. 30). En efecto, aquel lugar fue declarado por Dios mismo ser "tierra santa" (v. 33). El discurso agrega una referencia breve a Josué, David, y Salomón. Luego viene la oración clave: "si bien el Altísimo no habita en templos hechos de manos" (v. 48). En conclusión Esteban afirmó que sus oyentes, y no él, eran culpables de quebrantar la ley (v. 53).

a.            Abraham (7:1-8). En Génesis se muestra el lla­mamiento a Abraham para dejar su tierra; se acepta que esto sucedió en Harán (Génesis 12:1-4). Pero Filón y Josefo declararon que Dios le apareció a Abraham en Mesopotamia (véase v. 2). La solución más fácil es deducir que el llamamiento vino primeramente cuando estaba en Ur de los Caldeos y después fue repetido en Harán cuando murió su padre (v. 4). Realmente Abra­ham mismo no heredó la tierra-"ni aun para asentar un pie" (v. 5) -pero le fue prometido que sus descen­dientes la poseerían. Primeramente sin embargo, ten­drían que sufrir en servidumbre en tierra ajena (v. 6). Abraham fue circuncidado (v. 8) mucho antes de que se promulgara la ley en Sinaí.

b.            José (7:9-16). Por envidia los hermanos de José lo vendieron como esclavo. Mas eso ayudó a José para ser el salvador de muchos en tiempos de carestía. Así que fue un tipo notable de Cristo, cuyos hermanos, los ju­díos, lo habían condenado a muerte a causa de la en­vidia, pero al hacerlo ayudaron a cumplir el propósito de Dios de proveer la salvación para toda la humanidad.

En la superficie parece haber contradicción entre la declaración de que Abraham compró un sepulcro en Si­quem y las citas en el Antiguo Testamento que compró una cueva en Hebrón (Génesis 23) y que Jacob com­pró en Siquem (Génesis 33:19). Hay dos soluciones posibles para este problema. Puede ser que Abraham haya comprado tierra durante su estancia en Siquem, porque se nos dice que construyó un altar (Génesis 12:6-7). O los dos relatos de Génesis, de Abraham y de Jacob, pueden considerarse juntos en este breve resumen de la historia.

La mención de sepulcros patriarcales puede haber sido otra referencia intencional de Esteban a los lugares extranjeros que tenían asociaciones sagradas. Porque Si­quem estaba al pie del monte Gerizim, donde los odiados samaritanos llevaban a cabo su adoración-y todavía lo hacen hoy.

c.            Moisés (7: 17-50). "Otro rey" (v. 18) de hecho se refiere a una nueva dinastía. Cuando José entró en Egipto, seguido por su padre y sus hermanos, aquel país era gobernado por los reyes extranjeros hiksos. Proba­blemente eran invasores semíticos de Asia y parientes le­janos de los israelitas. Eso explica la razón por la que José y sus parientes fueron tan bien recibidos por el fa­raón gobernante. Pero cuando los hiksos desaparecieron ganando el poder una dinastía nativa egipcia, los israeli­tas obviamente aliados con el grupo equivocado y su­frieron esclavitud como consecuencia. Es así como la ar­queología ha aclarado los relatos de Génesis y Éxodo.

Que Moisés era un niño hermoso-"agradable" (v. 20) -se confirma por Filón y Josefo, como también que "fue enseñado. en toda la sabiduría de los egipcios" (v. 22).

La vida de Moisés estaba dividida en tres períodos de cuarenta años. El primero fue en Egipto en el palacio de Faraón (véase v. 23). El segundo en Madián (vrs. 29-30). El tercero consistió de cuarenta años, como lí­der del pueblo de Israel en el desierto (v. 36). Moisés pa­só dos tercios de su vida preparándose para llenar el mayor puesto de todos los personajes del Antiguo Tes­tamento. La primera tercera parte la pasó en la escue­la en la corte de Egipto, aprendiendo cómo ser rey- una preparación de mucho valor para organizar una nue­va nación. La segunda tercera parte la pasó en medi­tación quieta aislado en el desierto. Estaba listo para pasar el último tercio de su vida haciendo una obra tre­menda que de otro modo no podría haberse hecho. Esto debe ser una lección para todos los que buscan ha­cer alguna obra para Dios. Cuando Dios tiene una obra bastante grande para hacer, toma el tiempo suficiente para preparar a su siervo (por ejemplo, Lutero, Wesley). Demasiadas personas están listas a tener un ministerio mediocre por falta de preparación adecuada.

El cambio de "Damasco" (Amós 5:26) a "Babilo­nia" (v. 43) quizá se deba a que cuando Amós escri­bió (siglo ocho A.C.) la amenaza principal venía de Siria, mientras que Lucas consideró la situación a la luz de la cautividad Babilónica. "Renfán" (por Chiun) se debe a la versión griega, que Lucas estaba citando.

David (v. 45) y Salomón (v. 47) se mencionan, pe­ro sólo por su interés en construir el Templo. Luego vie­ne el resumen de todo el argumento de Esteban: Dios "no habita en templos hechos de manos" (v. 48). Se le puede encontrar en dondequiera que los hombres lo ado­ran (v. 49). Esta nota sobre la universalidad cortó los prejuicios nacionalistas de los judíos.

d.            Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo (7:51-53). Sobre si Esteban fue interrumpido en este punto o no es cuestión debatible. Es cierto que su tono cambió de repente, y parece razonable pensar que sintió una opo­sición creciente a su mensaje. Acusó a los líderes de los judíos de haber imitado a sus padres persiguiendo a los verdaderos profetas de Dios y también de tener la culpa por la muerte del Mesías (v. 52).

4.            Apedrearon a Esteban (7: 54-60)

a.            Crujían los dientes contra él (7:54). La reac­ción de los oyentes de Esteban fue rápida y dura. "Se enfurecían" (aquí se emplea la misma palabra que en 5:33). Esta vez hicieron más y "crujían los dientes con­tra él," como un grupo de lobos aullando. El judaísmo se había vuelto a la selva.

b.            Veo. al Hijo del Hombre (7: 55-56). Esteban estaba "lleno del Espíritu Santo" para enfrentarse a esta crisis. Mirando al cielo vio a Jesús "que está a la diestra de Dios," listo para dar a su alma una bienvenida, y así lo testificó (v. 56).

c.            Durmió (7:57-60). Ahora el Sanedrín se convir­tió en un populacho desordenado: "dando grandes vo­ces, se taparon los oídos"-rehusando escuchar más-"Y arremetieron a una contra él" (v. 57). Para no profanar la ciudad santa le echaron "fuera" y "le apedrearon" (v. 58). Aquí por primera vez se menciona Saulo. El cuidó las ropas de los testigos, quienes estaban obligados por la ley a arrojar las primeras piedras (Deuteronomio 13:9).

La oración de Esteban en el versículo 59 nos recuer­da las palabras de Jesús, "Padre, en tus manos encomien­do mi espíritu" (Lucas 23:46). Pero mucho más notable es su oración por el perdón de sus perseguidores (v. 60; véase Lucas 23:34). Esteban, el primer mártir, de veras poseyó el Espíritu de su Maestro.

"Durmió" (v. 60). De esta palabra en el griego vie­ne nuestra palabra "cementerio." Estrictamente hablan­do se debe usar esta palabra para denotar el sepulcro de los que "duermen en Jesús" (I Tesalonicenses 4:14).

PREGUNTAS

1.            ¿A qué predicación objetaron los saduceos

2.            ¿Qué tan grande creció la iglesia de Jerusalén

3.            ¿Cómo explica usted el valor de los apóstoles

4.            ¿Cuál fue el pecado de Ananías y Safira

5.            ¿Cuál fue el primer problema interno de la Igle­sia y cómo se resolvió

6.            Relate la historia de Esteban.


Segunda Parte: En Toda Judea y en Samaria (caps. 8-12)

CAPITULO III

Esparcidos a Otras Partes (caps. 8-12)

Todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria (8:1).

Con excepción de la conversión de Saulo (9:1-24) y la organización de la iglesia en Antioquía (11: 19-30) todos los sucesos de estos cinco capítulos tuvieron lugar en Judea y en Samaria.

I.             FELIPE (capítulo 8)

Los dos principales sucesos de este capítulo son: (1) Felipe en Samaria; (2) Felipe y el eunuco etíope. Antes de estos relatos hay unos párrafos breves de resumen o transición que se encuentran en la primera mitad de los Hechos.

1.            Esparcidos a Otras Partes (8: 1-4)

a.            Una gran persecución (8:1-3). Dios obra en for­mas misteriosas. Usó una severa persecución de la iglesia en Jerusalén como medio para esparcir a sus miembros a tierras lejanas. Esto fue para extender más el evangelio.

La persecución empezó "en aquel día" (v. 1). En vez de avergonzarse por haber matado a Esteban, los líderes judíos empezaron inmediatamente una cruzada general en contra de la nueva fe.

El resultado fue que los creyentes fueron "esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria"-lo que nos da la clave para esta parte de la mitad de los Hechos. Solamente quedaron los apóstoles tal vez en seclusión para poder dirigir los negocios de la Iglesia.

Saulo, con celo juvenil, "asolaba la iglesia" (v. 3). La palabra griega fue la que se usaba para un jabalí que destruye la viña. El perseguidor entró en las casas parti­culares. Las cárceles judías estaban llenas de cristianos.

b.            Anunciando el evangelio (8:4). La persecución violenta no detuvo la predicación de la Palabra; más bien, la ayudó. A esto se ha llamado "el movimiento misionero de los laicos" del primer siglo, puesto que los apóstoles ordenados no tomaron parte en él.

2.            Felipe Descendió a. Samaria (8:5-25)

a.            Predicaba a Cristo (8:5-8). Samaria era el nom­bre de una ciudad y también de una región del país. Es­taba entre Judea al sur y Galilea al norte. Pero cada lu­gar estaba "abajo" de Jerusalén. Los samaritanos eran un raza mezclada, descendientes de la población gentil-judía después de 722 A.C. (véase II Reyes 17). Pero espe­raban la venida del Mesías (Juan 4:25). A esta gente Fe­lipe "predicaba a Cristo" (v. 5). Su ministerio estuvo acompañado de milagros (vrs. 6-7). El resultado del avi­vamiento fue que "había gran gozo en aquella ciudad" (v. 8).

b.            Simón (8:9-13). Simón el Mago (hechicero) ha­bía "engañado a la gente de Samaria" (v. 9), fingiendo ser "algún grande." Sus admiradores evidentemente lo deificaban, llamándole "el Poder de Dios que es llamado Grande" (v. 10, traducción literal). Pero muchos de ellos aceptaron a Cristo bajo la predicación de Felipe y fueron bautizados (v. 12). Maravillosamente, Simón mismo creyó y se bautizó (v. 13). Parece, sin embargo, que su creencia fue solamente intelectual y superficial. Su historia no da evidencia del arrepentimiento verdadero.

c.            Recibían el Espíritu Santo (8:14-17). El aviva­miento en Samaria tuvo dos aspectos. Primeramente Felipe predicó a Cristo y muchos fueron salvos. Más tarde estos creyentes fueron llenos del Espíritu bajo el ministerio de Pedro y Juan. Nadie puede negar que para los cristianos samaritanos el bautismo del Espíritu Santo era una "segunda obra." Las dos experiencias de crisis se explican aquí claramente.

El informe del maravilloso avivamiento en Samaria llegó a Jerusalén, como cuarenta millas de allí. Los apóstoles mandaron a Pedro y a Juan, quienes oraron por los creyentes samaritanos "para que recibiesen el Espíritu Santo" (v. 15). Les impusieron las manos, y su oración fue contestada (v. 17). No se menciona el ha­blar en lenguas.

d.            Dadme también a mí este poder (8: 18-25). Si­món el Mago vio una oportunidad para hacer una ga­nancia rápida, así que ofreció dinero a los apóstoles para que le dieran el poder de impartir el Espíritu San­to. De este incidente ha venido la palabra "simonía" que es el acto de comprar y vender los oficios de la iglesia. Pedro le advirtió que tendría que arrepentirse. La res­puesta de Simón (v. 24) muestra que estaba más in­teresado en el castigo del pecado que en saber que el pecado era malo. Pedro y Juan extendieron el ministe­rio samaritano a "muchas poblaciones" en su camino de regreso a Jerusalén (v. 25).

3.            Un Hombre de Etiopía (8:26-40)

a.            Un eunuco. el cual estaba sobre todos sus te­soros (8:26-28). En medio de este gran avivamiento en Samaria el ángel del Señor le dio instrucciones a Felipe para que fuera al sur por el camino que va de Jerusalén a Gaza, "el cual es desierto."

Gaza era una de las cinco ciudades antiguas de los filisteos cerca de la costa del Mediterráneo. La ciudad antigua había sido destruida en 93 A.C., y la ciudad nueva también fue destruida en el año 66 D.C., probablemente poco después de que fue escrito el libro de los Hechos.

Parece que "Etiopía" no era el país que se conoce hoy por ese nombre, sino Meroé en la región del presen­te Sudán. "Candace" no era un nombre personal sino el título de la madre del rey, que era la que gobernaba la tierra.

El eunuco etíope tenía gran autoridad. Tal vez era un prosélito del judaísmo, y había venido a Jerusalén "pa­ra adorar." Sentado en su carro en su viaje de regreso a su tierra, leía un rollo del profeta Isaías. Tal documento era muy caro, pero él tenía bastante dinero. Los rabinos exhortaban a los judíos devotos a leer en voz alta las Es­crituras cuando viajaban.

b.            Le anunció el evangelio de Jesús (8: 29-35). Instruido por el Espíritu para acercarse al carro, Felipe acudió a él y oyó al eunuco leyendo. La pregunta, "¿Entiendes lo que lees" (ginoskeis ha anaginoskeis) contiene un significado que se pierde en la traducción. Leer era literalmente "saber de nuevo."

El eunuco invitó a Felipe a que subiera para sentarse junto a él. El pasaje que leía (vrs. 32-33) era Isaías 53:7-8. Este es uno de los grandes capítulos que tratan de la expiación en el Antiguo Testamento. Este, con 52:13-15, es el último "cántico del Siervo" de Isaías.

Cuando el eunuco inquirió si el profeta estaba ha­blando de sí mismo o de algún otro (v. 34), Felipe co­menzó "desde esta escritura" y "le anunció el evan­gelio de Jesús (v. 35). Eso es decir que interpretó Isaías 53 como una referencia al Mesías y luego identi­ficó a Jesús como el Mesías, el "siervo del Señor" de Isaías.

c.            Le bautizó (8: 36-40). Llegando a "cierta agua" -probablemente una fuente o un manantial-el eunuco pidió el bautismo. Puesto que dice que "descendieron ambos al agua," ésta sería quizá una corriente de buen tamaño.

Cuando Felipe fue arrebatado por "el Espíritu del Señor" de repente, el eunuco "siguió gozoso su camino" (v. 39), como hacen todos los que encuentran a Cristo. Felipe después aparece en "Azoto," la antigua ciudad filistea de Asdod. De allí predicó siguiendo hacia el norte por la costa unas sesenta millas hasta Cesarea. Es aquí que lo encontramos más tarde (21:8).

II.           SAULO (9: 1-31)

1.            ¿Por Qué Me Persigues (9: 1-9)

a.            Respirando. amenazas y muerte (9:1-2). El griego dice "respirando para adentro" en vez de "respi­rando para afuera." El celo de perseguir había llegado a ser el aliento mismo de la vida de Saulo. No contento con aprisionar a los creyentes en Judea, obtuvo cartas del su­mo sacerdote dándole autoridad para prender a los que halló en Damasco y traerlos presos a Jerusalén. Aquel Damasco tenía una gran población judía como lo nota Josefo, quien dice que después del año 70 D.C. hubo 18,000 judíos muertos allí. A los cristianos se les llama aquí los "de este Camino" (v. 2), una expresión pri­mitiva oriental. Damasco estaba casi a doscientas mi­llas de Jerusalén. Así que Pablo y sus compañeros tar­darían una semana o dos para hacer el viaje.

b.            Una luz del cielo (9:3-7). Sin duda en este viaje largo a Damasco, Pablo había pensado mucho en esta nueva secta. ¡Era una herejía peligrosa! Pero "el rostro de un ángel" de Esteban- ¿cómo podría uno explicarse eso Había resplandecido como el rostro de Moisés cuan­do bajó del monte Sinaí. ¿Sería posible que estos segui­dores del Nazareno tuvieran razón No. ¡Perezca tal pensamiento! ¡Sigue a Damasco! ¿Pero el rostro de Este­ban

Probablemente era en medio de tal tumulto inte­rior que "repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo"-como el rayo de un relámpago. Postrado en tierra, Saulo oyó una voz: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues" (ver. 4). A su interrogación la voz res­pondió: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues." Como el dolor inflingido en cualquier parte del cuerpo se siente por la cabeza, así la Gran Cabeza de la iglesia tiene parte en cada sufrimiento de los suyos. El pensamiento nos de­be advertir a todos nosotros de cuidarnos de cómo mal­tratamos a nuestros hermanos en la iglesia, pues así es­tamos maltratando al mismo Jesús.

El que de veras ama a Cristo será amable con todos los cristianos.

c.            Tres días sin ver (9:8-9). El hecho de que Saulo fuera llevado por la mano sugiere que iba andando a pie y no a caballo. Los fariseos estaban en contra de la cos­tumbre romana de ir a caballo.

La ceguera de Saulo ayudó a encerrarle a solas con Dios. Sin duda estos días fueron los más importantes de su vida.

2.            Predicaba a Cristo (9:10-22)

a.            He aquí, él ora (9:10-12). Ananías recibió ins­trucciones del Señor de ir a la calle que se llama Dere­cha, que todavía va del oeste al este por Damasco, y bus­car en la casa de Judas a Saulo de Tarso-"porque he aquí, él ora" (v. 11).

b.            Instrumento escogido me es éste (9:13-16). Ana­nías tenía miedo, habiendo oído de cómo Saulo había perseguido a los santos en Jerusalén. También sabía el propósito de la visita de Saulo a Damasco (v. 14). Pero el Señor le mandó ir, "porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gen­tiles, y de reyes, y de los hijos de Israel" (v. 15). Pablo llegó a ser el apóstol especial a los gentiles; testificó ante el rey Agripa (capítulo 26), así como a muchos gobernadores romanos; y muchas veces llevó el nombre odia­do de Jesús ante "los hijos de Israel" con riesgo de per­der su vida. Su ministerio fue marcado por gran sufri­miento (v. 16; véase II Corintios 11: 21-33).

c.            Recibió. la vista; y. fue bautizado (9: 17-19). "Hermano Saulo"- ¡qué consuelo traerían estas pa­labras al corazón de Saulo! Su ceguera se disipó tan pronto como había venido. Después de ser bautizado den­tro de la comunidad cristiana, comió alimento por pri­mera vez en tres días. Entonces pasó un corto tiempo con los discípulos en Damasco. Parece que fue salvo en el ca­mino y después santificado ("lleno del Espíritu Santo") en la casa.

d.            Demostrando que Jesús era el Cristo (9:20-22). Saulo no era persona a quien le agradaba estar desocupa­do. Inmediatamente empezó a predicar en las sinagogas judías que Jesús era el Hijo de Dios. Tan potente era su ministerio que "confundía a los judíos. en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo" (v. 22). La tarea principal en predicar a los judíos era probar que Jesús en verdad era el Mesías.

3.            En Jerusalén (9:23-31)

a.            Los judíos resolvieron en consejo matarle (9:23-25). Era inevitable que tal predicación provocara oposición violenta. He aquí, el perseguidor ahora es el perseguido. Cuando se descubrió que los judíos estaban guardando las puertas día y noche para matarle Saulo fue bajado por el muro en una canasta. El mismo dice que "el gobernador bajo el rey Aretas" quería aprenderlo (II Corintios 11:32). Aunque la arqueología parece indicar que Damasco estaba bajo el dominio romano en este tiem­po, es probable que Aretas V, el rey de los árabes naba­teanos, tuviera un representante en Damasco para cuidar los intereses de sus vasallos que vivían allí. Es intere­sante notar que Pablo pone esta experiencia mortifican­te al fin de su larga lista de sufrimientos.

b.            No creyendo que fuese discípulo (9:26-28). Sau­lo había salido de Jerusalén siendo un gran enemigo de los cristianos. No es de extrañar que le tuvieran miedo cuando volvió. Pero Bernabé, de corazón noble y gran­de, habló en su favor, y así Saulo fue al fin aceptado.

c.            Le enviaron a Tarso (9:29-31). Saulo siempre hablaba francamente. Pronto estuvo en disputas con los helenistas (v. 29), y ellos procuraban matarle. Temiendo por la vida de Saulo, "los hermanos" lo llevaron a Cesa­rea-el puerto principal de Palestina-y lo enviaron a su casa en Tarso. ¡Causó demasiado alboroto en Jerusa­lén! Después de que él se hubo ido las iglesias de Judea, Galilea y Samaria-las tres divisiones principales de Pa­lestina-"Tenían paz." ¡Las cosas nunca quedaban quie­tas donde Pablo estaba!

La gran importancia de la conversión de Saulo se muestra por el hecho de que se describe tres veces en los Hechos (véase capítulos 22,26).

III.          PEDRO (9:32-42)

1.            En Lida (9:32-35)

Pedro halló "santos" en Lida. Probablemente Felipe había predicado allí en camino de Azoto a Cesarea, ya que estaba entre los dos puntos.

Aquí había un paralítico que se llamaba Eneas quien fue sanado bajo el ministerio de Pedro. Sarón es el nom­bre del llano fértil de la costa entre Lida y el monte Car­melo al norte.

2.            En Jope (9:36-43)

Tabita es el aramaico por "gacela"-un bello animal ligero de pies-así como Dorcas lo es en el griego. Esta discípula, conocida por sus buenas obras, había muerto. Pero en respuesta a las oraciones de Pedro fue restaurada a la vida.

"Las túnicas y los vestidos" se traduce mejor en "las túnicas y las capas." En el griego éstos significan las ropas exteriores.

Pedro se quedó en Jope con Simón, un curtidor (v. 43). Siendo que esta ocupación era inmunda a los ojos de los judíos conservadores-tratando, como lo hacía, con los cuerpos de animales muertos-parece un tanto sor­prendente que Pedro se quedara allí.

IV.          PEDRO Y CORNELIO (10: 1-11:18)

La gran importancia de este suceso se indica por el hecho de que se relata en tan grandes detalles en el ca­pítulo diez y después se repite en el capítulo once. Por primera vez los cristianos judíos entraron en una casa gentil, les predicaron, y comieron con ellos. Este suceso marcó un avance significativo en el progreso del cristia­nismo, que pronto llegaría a ser principalmente una re­ligión gentil, aunque principió entre los judíos.

1.            Cornelio. Vio. Una Visión (10:1-8)

a.            Un hombre piadoso (10:1-2). En Cesarea-don­de residía el gobierno romano y era puerto principal para Palestina-vivía un centurión de la compañía italiana, que se llamaba Cornelio. Este era un nombre ordinario en ese tiempo porque Cornelio Sulla había libertado un gran número de esclavos en el año 82 A.C. Por gratitud, muchos de estos hombres libres adoptaron el nombre su­yo y lo dieron a sus descendientes. "Piadoso" quizá dé la idea de que Cornelio era un prosélito del judaísmo, o también el versículo entero quizá indique sencillamen­te que era un creyente gentil en la sinagoga judía.

b.            Envía. a. Pedro (10:3-8). Un día a las tres de la tarde ("La hora novena"), mientras oraba (véase v. 30), Cornelio tuvo una visión. Un ángel le dijo: "Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria de­lante de Dios" (v. 4). Entre los judíos, las tres prácticas principales de la justicia eran las limosnas, la oración, y el ayuno (véase Mateo 6: 1-18). Cornelio sobresalió en las tres: él "hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre" y había ayunado ese día (v. 30). Era un adorador piadoso según la costumbre judía.

El ángel le dijo que enviara a Pedro, a Jope quien se quedaba "en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar" (v. 6). Probablemente los curti­dores vivían afuera del pueblo para no profanarlo con su ocupación inmunda, y sin duda usaban el agua del mar para arreglar las pieles.

Cornelio envió a "dos de sus criados," acompañados por "un devoto soldado" (v. 7). Consideró que esto era un mandamiento importante.

2.            Pedro Subió. Para Orar (10:9-16)

a.            Vio el cielo abierto (10:9-12). Pedro probable­mente hubiera vacilado en aceptar la invitación a la casa de Cornelio. Los judíos conservadores no entraban en las casas de los gentiles. Pero antes de que llegaran los mensajeros, el Señor preparó las cosas en Jope. Los arre­glos de Dios siempre son perfectos.

Al mediodía ("la hora sexta") Pedro subió a la azotea de la casa donde se hospedaba, para orar (véase Salmos 55:17). Mientras esperaba que prepararan la co­mida, le sobrevino un éxtasis y "vio el cielo abierto" (v. 11). Un lienzo-un utensilio u olla-que parecía una sábana atada de las cuatro puntas, fue bajada a tierra. En él vio toda clase de cuadrúpedos terrestres, reptiles y aves.

b.            Vino una voz (10:13-16). Cuando a Pedro se le mandó matar y comer los animales, protestó, "ningu­na cosa común o inmunda he comido jamás" (v. 14). La respuesta significativa vino: "Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (v. 15). La distinción entre animales limpios e inmundos pertenecía al período del Antiguo Testamento, y esa edad había terminado. Para dar énfa­sis a la lección la voz habló "tres veces" (v. 16).

3.            No Dudes de Ir Con Ellos (10:17-33)

a.            Yo los he enviado (10:17-22). Mientras Pedro meditaba en el significado de la visión, los mensajeros de Cornelio llegaron a la puerta. El Espíritu le dijo: "no dudes de ir con ellos" (v. 20). Esta frase puede tradu­cirse en "no hagas ninguna distinción." En el cristianis­mo, en contraste con el judaísmo, no habría distinción entre judíos y gentiles. Esa era la lección que Pedro ha­bía de aprender de este suceso.

A Cornelio se le describe como uno que "tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos" (v. 22). Parece que tenía, en alguna forma, parte en la sinagoga judía.

b.            ¿Por qué causa me habéis hecho venir (10:23-29). Después de pasar la noche con Pedro los mensaje­ros se lo llevaron la mañana siguiente. Con sabiduría llevó consigo "algunos de los hermanos" (seis, véase 11:12). Había como treinta millas de Jope a Cesarea, o sea un día y medio de andar a pie. Así que era cerca del me­diodía cuando llegaron a su destino el siguiente día.

Cornelio-midiendo bien el tiempo, o advertido por uno de los dos criados que corrió adelante-había reuni­do "a sus parientes y amigos más íntimos" (v. 24) para esperar a Pedro. El apóstol les recordó que era una cosa "abominable. para un varón judío" entrar en una casa gentil; "pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo" (v. 28). Eso era un paso tremendo y revolucionario para un judío conserva­dor. Pedro había venido pronto y ahora quería saber la razón por la que lo habían traído (v. 29).

c.            Todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios (10:30-33). Es probable que los mensajeros se ha­yan detenido brevemente una noche en camino hacia Jope. Allí se detuvieron una noche y pararon también una noche en el regreso. Así que "hace cuatro días" (v. 30) que Cornelio vio la visión. Hoy diríamos "tres días" (por ejemplo, lunes a jueves). Los judíos incluían el pri­mer día y el último.

En el día de su visión Cornelio había ayunado "a esta hora" (v. 30). Es probable que fuera cerca del me­diodía, pues parece ser una hora diferente de "la hora no­vena."

"Tú has hecho bien en venir" (v. 33) se traduce me­jor, "Has venido amablemente." Cornelio y sus amigos estaban "todos. aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado." Esa actitud aseguró el éxito de la reunión.

4.            Pedro Abriendo la Boca (10:34-43)

a.            Dios no hace acepción de personas (10:34-35). El griego dice literalmente: "Dios no es un recibidor de caras." Esto es una frase hebraica típica. Quiere decir que, "Dios es imparcial." El acepta "en toda nación" a los que te temen y hacen justicia (v. 35).

b.            Anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo (10:36-43). Después de una introducción bre­ve (vrs. 34-35). Pedro comenzó a señalarles que Jesús fue enviado de Dios a predicar la paz (v. 37). Les llamó la atención al ministerio público de Cristo, que empezó en Galilea después del prendimiento de Juan (véase Marcos 1:14). En su bautismo Jesús había sido ungido con el Es­píritu Santo y poder (v. 38).

Pero los judíos insistieron en su crucifixión-"col­gándole en un madero" (v. 39). Dios lo levantó "al ter­cer día"-la resurrección el domingo, y la crucifixión el viernes. Después de su resurrección se apareció so­lamente a "testigos" escogidos (v. 41), como lo indican todos los cuatro Evangelios.

El punto culminante del breve sermón de Pedro vino con la declaración: "todos los que en él creyeren, reci­birán perdón de pecados por su nombre" (v. 43). Esta es una salvación universal, para todos los que creen en Cristo Jesús. Aquí se da el evangelio en términos sencillos.

5.            El Espíritu Santo Cayó Sobre Todos (10:44-48)

Mientras Pedro estaba todavía hablando, el Espíri­tu Santo vino sobre todos sus oyentes. Sus corazones es­taban listos a recibir, y no había tardanza. ¡Los judíos ("los fieles de la circuncisión") quienes acompañaron a Pedro estaban asombrados de que los gentiles recibieran el Espíritu Santo!

6.            Cuando Pedro Subió a Jerusalén (11: 1-18)

a.            Has entrado en casa de hombres incircuncisos (11: 1-3). El partido de los de la "circuncisión" (los cris­tianos judíos) en Jerusalén criticó severamente a Pedro por haber entrado en casa de Cornelio. Lo más serio de su crimen fue comer con los gentiles.

b.            Comenzó Pedro a contarles. lo sucedido (11:4-16). La mejor defensa de Pedro era decirles exacta­mente lo que había sucedido. Dios, por una visión, le ha­bía mostrado que los gentiles no debían ser considerados inmundos (vrs. 5-10). El Espíritu le había dicho que fue­ra a Cesarea. Afortunadamente había llevado consigo "seis hermanos" que podían comprobar su relato de lo que pasó en la casa de Cornelio (v. 12).

¿Cómo puede uno explicar que el Espíritu cayó so­bre sus oyentes La explicación más sencilla es ésta. Cor­nelio y sus compañeros estaban tan completamente listos a recibir el mensaje que cuando oyeron de creer en Je­sús inmediatamente creyeron y fueron salvos. Pero en sus corazones había tanta hambre por toda la voluntad de Dios y estaban tan entregados a El que pronto fueron llenos del Espíritu Santo en el mismo servicio, O pode­mos decir que, puesto que Cornelio ya era aceptado por Dios, estaba listo para recibir el Espíritu Santo.

c.            ¿Quién era yo (11:17-18). ¿Debía Pedro detener esta demostración del Espíritu sobre los gentiles "¿Quién era yo que pudiese estorbar a Dios" No podía haberlo hecho aun si lo hubiera deseado.

Los críticos solamente podían responder con humil­dad: "De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida." Esta era una verdad sorpren­dente.

V.           ANTIOQUIA (11: 19-30)

1.            Gran Número Creyó (11: 19-21)

Este pasaje nos regresa a 8:4. Notemos la palabra "esparcidos," que se halla en 8:1, 4. El relato de la Dis­persión se continúa aquí. Los que habían huido de Jeru­salén después de la muerte de Esteban ahora estaban lle­gando a partes lejanas.

Fenicia es el país moderno de Líbano, una franja junto a la costa de Siria. Chipre es una isla en el Medi­terráneo oriental. Antioquía, la capital de Siria, era la tercera ciudad en tamaño del Imperio Romano (después de Roma y Alejandría), con una población de casi ochocientos mil. Era conocida especialmente por su inmorali­dad debido a la arboleda cercana de Dafne, con sus sacer­dotisas prostitutas.

Los primeros misioneros predicaban "a nadie. si­no sólo a los judíos" (v. 19). Mas algunos hombres de criterio más amplio en Chipre y de Cirene (en el norte del África) cuando llegaron a Antioquía predicaron al Señor Jesús a los gentiles (v. 20, diferentes de los judíos del v. 19). Tuvieron buen éxito (v. 21).

2.            Bernabé y Saulo (11:22-26)

Cuando la iglesia de Jerusalén oyó esto mandó a Bernabé a que investigara. El escogimiento no pudo ha­ber sido mejor. Algunos cristianos judíos legalistas en Jerusalén hubieran condenado la nueva obra gentil y tal vez hubieran así impedido el futuro entero de las mi­siones gentiles. Pero Bernabé mismo era de Chipre (4:36), y era hombre de espíritu grande y generoso. El "ex­hortó a todos" (v. 23) -siguiendo el significado de su nombre, "hijo de la exhortación" (véase lo escrito acer­ca de 4: 36)

Una de las evidencias más claras de la verdadera grandeza de Bernabé fue que se dio cuenta de que no tenía la capacidad de resolver la situación de Antioquía. Necesitaba a alguien que combinara la educación de fi­losofía griega con la de la teología judía. Tal hombre era Saulo. Así que Bernabé fue a Tarso y trajo a Saulo a An­tioquía. Tarso era el tercer centro de grandes universi­dades de aquel día (después de Atenas y Alejandría). Por todo un año Bernabé y Saulo trabajaron juntos en la gran metrópoli (v. 26).

En este punto se inserta una nota interesante: "a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía." Hay una diferencia de opinión entre los eru­ditos de si este nombre fue escogido por ellos mismos o si al principio fue un apodo dado por otros. La mayoría creen que fue esto último.

3.            Socorro a los Hermanos en Judea (11:27-30)

Agabo (también mencionado en 21:10), un profeta de Jerusalén, visitó Antioquía y predijo que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada (Imperio Roma­no), "la cual sucedió en tiempo de Claudio." Hay buena evidencia contemporánea de que hubo tal hambre en Egipto y Judea como por el año 46 D.C. Esto fue durante el reino de Claudio (41-54 D.C.).

Puesto que los cristianos en Jerusalén quedarían exentos de la comida repartida por las autoridades ju­días, los discípulos en Antioquía decidieron "enviar so­corro a los hermanos que habitaban en Judea" (v. 29). Escogieron a Bernabé y a Saulo para llevarles la ofrenda.

VI.          EL REY HERODES (capítulo 12)

1.            Pedro Librado (12:1-19)

a.            Herodes. mató. a Jacobo (12:1-2). "El rey Herodes" era Herodes Agripa I, nieto de Herodes el Gran­de. Se le habían dado primeramente los territorios al no­reste de Palestina. Más tarde (39 D.C.) recibió Galilea, gobernada durante el tiempo de Jesús por Herodes Anti­pas. Al fin (41 D.C.) se le dio Judea y Samaria, para que así gobernara toda Palestina. Su persecución de los cris­tianos fue sin duda con el fin de agradar a los líderes ju­díos. Santiago, hijo de Zebedeo, uno de los doce apósto­les, llegó a ser el segundo mártir cristiano.

b.            Pedro estaba custodiado en la cárcel (12:3-5). Herodes prendió a Pedro y lo puso en la cárcel bajo el cuidado de "cuatro grupos de cuatro soldados cada uno." Cada uno de estos grupos de cuatro hombres guardaría una de las guardias de la noche y otra de día. Herodes no quería un tumulto durante la fiesta de los días de los panes sin levadura (v. 3; véase Marcos 14:2). Pero mien­tras Pedro estaba en la cárcel la iglesia estaba orando (v. 5).

c.            Librado (12:6-11). La víspera del día en que Pedro había de ser ejecutado- ¡Dios nunca llega tarde!-estaba durmiendo entre dos soldados sujetado firme­mente a ellos con cadenas. Los otros dos soldados del grupo estaban parados como guardas frente a la puerta de la cárcel.

De repente una luz resplandeció en la cárcel, el án­gel del Señor tocó a Pedro, y sus cadenas se le cayeron. Obedeciendo las instrucciones, se vistió y siguió al ángel pasando por en medio de los dos guardas. Cuando llega­ron a la puerta grande de hierro que daba a la ciudad és­ta se abrió "por sí misma" (en el griego automate, "au­tomáticamente"). Pedro era hombre libre otra vez.

d.            Llegó a casa de María (12:12-17). En la casa de Juan Marcos se celebraba un servicio especial de oración por Pedro-posiblemente el lugar de la Ultima Cena y del Pentecostés. Una muchacha llamada Rode vino a la puerta, reconoció la voz de Pedro, y corrió adentro con las buenas nuevas. ¡Aunque habían estado orando toda la noche por la libertad de Pedro, rehusaron creer su declaración de que él realmente estaba a la puerta! ¿Pero somos nosotros mejores hoy día

"Haced saber esto a Jacobo" (v. 17) indica que San­tiago el hermano de Jesús ya era considerado líder de los cristianos judíos en Jerusalén. Pedro salió del pueblo de­jando a Santiago a cargo de la obra.

e.            Los guardas. a la muerte (12:18-19). La ley militar en el Imperio Romano requería que un soldado que dejara a un prisionero escapar tendría que sufrir la pena del prisionero. Así que los cuatro soldados que se durmieron fueron muertos. Herodes entonces fue a su palacio regular en Cesarea. Como en el caso de Pilato, había estado en Jerusalén solamente para el tiempo de la pascua, a fin de impedir un tumulto a causa de la mul­titud de peregrinos que se reunieron para la fiesta.

2.            Un Angel del Señor le Hirió (10:20-23)

La gente de Tiro y Sidón, las dos ciudades principa­les de Fenicia, habían disgustado a Herodes. Así que vi­nieron, por medio de Blasto, el camarero del rey, a pedir paz. Cuando Herodes, vestido de ropas reales, dijo un dis­curso, lo aclamaron como un dios. Josefo (un historia­dor judío del primer siglo) da una confirmación notable de este relato.

Dice que la luz del sol se reflejó en gloria deslum­bradora de las ropas plateadas del rey. Y por cuanto He­rodes aceptó esta adulación fue herido y murió.

Agregada a este capítulo hay una explicación breve (vrs. 24-25) que dice que Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén, trayendo consigo a Juan Marcos a Antioquía.

Y todo estaba listo para el principio del primer viaje misionero de Pablo, de este grupo de tres.

PREGUNTAS

1.            ¿Qué siguió inmediatamente a la muerte de Es­teban

2.            Describa el avivamiento de Samaria.

3.            Relate la historia de la conversión de Saulo.

4.            ¿Qué pasó en casa de Cornelio

5.            ¿Dónde fueron primeramente llamados "cristia­nos" los creyentes

6.            Describa cómo Pedro fue librado de la cárcel.